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De ganaderos a camaroneros

La cultura del agua y un paquete tecnológico adecuado, estrategias para el éxito de este proyecto productivo.

Contar con créditos seguros y la atención personalizada de los agentes de la Financiera Nacional de Desarrollo se convierten en el valor agregado que brinda esta institución para que los productores mexicanos alcancen el éxito en sus proyectos. Tal es el caso de la granja camaronera “Rincón del Barrio”, ubicada en el municipio de Coquimatlán, Colima, un proyecto que inició hace quince años gracias al trabajo y empeño del Ing. José Antonio Fernández Cárdenas y su hijo Rodrigo Fernández.

Egresado de la Universidad Autónoma Chapingo, el Ing. José Antonio narra que su granja de camarón de agua dulce nació en los mismos terrenos del rancho ganadero de su propiedad, mismo que dejó de ser negocio y tuvo que reinventarse. En un terreno de 1.1 hectáreas, utilizando los 23 potreros que ya disponía para el ganado, invirtiendo todo el capital que tenía del anterior negocio y gracias a un primer financiamiento público para el campo, generó un paquete tecnológico diferente al que utilizan en las grandes zonas camaroneras del país, como en los estados de Sinaloa y Sonora.

La familia Fernández comentan que el éxito de este proyecto de alto riesgo se centra en la cultura del agua, ya que la producción de este crustáceo requiere de altas cantidades del vital líquido por hectárea para el recambio diario de agua mala de los estanques por agua limpia, recurso que en este estado es muy escaso. Con un sistema de bombeo para aprovechar el agua del río de Colima hacen recircular el agua por lo que prácticamente no la desperdician.

El modelo de producción de esta granja camaronera, que se encuentra a casi 500 metros sobre el nivel del mar, consiste en un sistema de cosecha por medio de “guarderías”, son tinas que cuentan con aireación las 24 horas del día y en donde se almacenan post larvas de 8 y 10 miligramos de tamaño, adaptada a 1% de sal, provenientes de un laboratorio instalado a la orilla del mar de Tecomán. Tras alcanzar una talla adecuada son sembradas en los estanques para que continúen con su crecimiento y engorda.

Los estanques, construidos en potreros de suelo arenoso, tuvieron que ser forrados en su totalidad con plástico para evitar filtraciones, mientras que en donde había tierra barrosa, solo se tuvieron que forrar las orillas para evitar la proliferación de la maleza, gasto que fue financiado con un crédito de la FND. Cuentan con alimentadores automáticos colocados al final de cada muelle de donde se les provee de alimento a los animales cada dos horas, de acuerdo a su talla y a la necesidad poblacional de cada estanque.

Para lograr una efectiva oxigenación para los camarones, en el día aprovechan los rayos del sol para que las microalgas realicen la fotosíntesis y oxigenen al agua, mientras que, por la noche, encienden un sistema de aireadores eléctricos cuya función es aventar el agua por medio de paletas de plástico oxigenando los estanques con el movimiento circular.

Hoy la granja acuícola “Rincón del Barrio” tiene una producción por hectárea de 8 a 10 veces mayor que en la de los estados del norte del país que tienen una añeja cultura camaronera. La distribución de su producto por pieza, que va de los 10 a los 25 gramos, la destinan principalmente para el “Mercado del Coctelero” de Guadalajara, para el “Mercado del Chico” y el “Mercado del Salado” en Nayarit y para el “Mercado de la Viga”, en la Ciudad de México.

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