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Aquel llano en llamas

Campos del sur de Jalisco

Los habitantes rurales del sur de Jalisco suelen ser austeros, bajan de los empinados cerros con viejas camionetas cargadas de algo: maíz, sorgo, tomate, sandía, pepino, chiles, zacate, caña, mezcal, ricas frutas como el mango, pitayas, miel de abeja, aves, ganado, tarros de leche recién ordeñada, queso y sus derivados, leña, alfalfa, marranos… Eso sí, hay que tener mucho cuidado, porque bajan sin la mínima precaución del cerro por caminos de terracería y entran de manera repentina, vertiginosa, hasta la ruta asfaltada, uno cree que es majadería, pero no, ellos se saben dueños del entorno y sus caminos, el visitante, – en este caso yo-, debe tener precaución, aquí no vale aquello de derecho de vía o circulación y eso pasa con los tractores que lentamente van arrastrando implementos de labranza. Así que debemos respirar tranquilos y entrar en territorio Luvina, a tiempos lentos, y eso nos sirve para poder apreciar mejor el paisaje.
Por: José Luis Preciado

Recuerdo el cuento “Nos han dado la tierra” de El Llano en Llamas de Juan Rulfo, se refiere a esta tierra que hoy estalla en producción, sobre todo en el valle desde Ciudad Guzmán, Sayula, San Gabriel, pasando por Tonaya, El Limón y El Grullo.
Mientras manejo a vuelta de rueda detrás de un John Deere que arrastra unos arados, pienso en la obra literaria de Juan Rulfo, -nacido aquí en esta zona-, siempre he creído que es Pedro Páramo y El Llano en Llamas, los libros más importantes en la historia de este mágico país surrealista, Juan sabía escuchar, agazapado en el silencio, ese que permite entender y conocer el pensamiento de ese mexicano rural que nunca platica nada, que se esconde de las palabras, pero que una vez que las dice, estallan como un látigo; proféticas y sabias. “Vale, aquí hablamos poco, pero trabajamos mucho”, me dijo Don Andrés Bermejo, vecino de “Cuatro Caminos”, mientras me despachaba un raspado, -aquí en Yucatán sería un granizado-, y es cierto, de qué sirven las palabras cuando la naturaleza rotunda domina, por ello da la impresión de que uno se siente pequeño ante el tamaño de los cerros, son pocos los espacios para cultivar, por ello se siembra todo, hasta los linderos de la barranca, allí no podremos sacar a los bueyes.
Pollo hatch consanguineo  RANCHO el Gavillero

Cuando uno menciona la palabra seguridad, la gente voltea para otro lado y cambia la conversación, se sabe que Jalisco no pinta bien en este apartado, quizás por ello también es de entenderse que prevalezca el bajo perfil y la austeridad.

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Aún crían gallos de pelea

Camino de El Grullo hasta Autlán, me hallé una granja de gallos de pelea, en esa zona es muy común organizar derbys en palenques, aunque así como a los toros, también a los gallos de pelea, les esperaría un destino protector, para allá apunta el zapato. Hay un refrán campechano que culpa a las gallinas madres por “el defecto” bravo de los gallos de pelea: “Las gallinas dan la ley, los gallos la espuela”, queriendo expresar con esto que las hembras transmiten a sus hijos la bravura y el gallo la habilidad para golpear o herir, claro esto es sólo un mito.

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