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Balché, bebida maya que lucha por mantenerse como tradición viva

El balché, bebida de uso ritual desde tiempos ancestrales entre las comunidades mayas, lucha por sobrevivir y mantenerse vigente como una tradición viva de la cultura prehispánica, pues enfrenta un proceso de transculturación entre las nuevas generaciones.
Aunque su uso continúa en algunas comunidades de la zona maya del estado, principalmente en el oriente y sur, su presencia y consumo se limita a algunos sitios en donde persiste la costumbre de festejar rituales anuales.
El antropólogo e investigador yucateco, Carlos Bojórquez Urzaiz, explicó que el balché, si bien es una bebida espirituosa, su uso siempre ha formado parte de rituales y ceremonias, no es una bebida recreativa o lúdica, como lo son la cerveza y otros licores.
Eso hace que su producción cada vez sea más limitada, aunque sí hay comunidades en donde se sigue preparando el licor del balché, al igual que el sakab o pozol sagrado.
Uno de los sitios en donde se suele producir la bebida que se obtiene de la fermentación de la corteza del árbol del mismo nombre (balché) y que se endulzaba con miel, maíz y/o anís, es la localidad de Xocén, cerca de Valladolid, y que dentro de la cultura maya es considerado “el pueblo del centro del mundo”.
Ahí, cada año, muchos indígenas mayas llegan para formar parte de la celebración para rendirle culto a la “Santísima Cruz Tún” o Santísima Cruz de Piedra, la cual está relacionada históricamente con la llamada Guerra de Castas.
Se tiene conocimiento de que en el lugar los sacerdotes mayas preparan el balché como parte del ritual para festejar a la Santa Cruz; sin embargo, es difícil saber cuántos participantes preparan y consumen la bebida o si ésta se consume más allá del festejo religioso.
No hay indicios de que el consumo sea masivo, más bien lo bebe el h´men o sacerdote maya que desarrolla los rituales y rezos, por lo que se puede observar que hoy en día se trata de un consumo muy selecto o reducido, subrayó.
Por ello, continuó, tan importante es que permanezca la tradición del balché, como los rituales y ceremonias en donde se consume, pues una cosa depende de la otra para preservarse y poder ser conocida entre los futuros descendientes de los mayas.
Dentro del ritual la comida es fundamental, ya que se elaboran pibes, que nada tienen que ver con los que se hacen en las fiestas a los Fieles Difuntos, ya que éstos se elaboran con tortillas hechas a mano.
El guiso se ofrece a todos los visitantes que asistieron al acto, en cuyo ritual de elaboración participan mujeres, hombres y niños, pues la idea es preservar la “primicia” entre las nuevas generaciones.
Antonio Augusto Mukul reconoció que entre los h´men hay inquietud, pues saben que ritos como los que desarrolla cada vez son menos frecuentes y los jóvenes muestran muy poco interés en aprenderlos.
“Nuestros jóvenes se han alejado de la sabiduría que nos regala la naturaleza, ya no quieren sembrar maíz, quieren solo dinero y por el dinero muchas veces renuncian a sus propias raíces, incluso a su libertad, pues se vuelven esclavos de los bienes materiales”, señaló.
Al respecto, Bojórzquez Urzaiz comentó que en Yucatán se habla del balché desde el “Libro de los enigmas”, que forma parte del Chilam Balam de Chumayel, por lo que su elaboración y ritual es un patrimonio cultural muy valioso.
“El balché no es una simple bebida, es un activo vivo de esa cosmovisión del pueblo maya de la cual se habla hasta nuestros días, es un símbolo de respeto y agradecimiento a la naturaleza por todo lo que provee y da cada día a los hombres y a todos los seres vivos”, subrayó.
Por ello, dijo, la importancia de vigilar la continuidad de las ceremonias y festejos en donde todavía se prepara, para lograr que este antiguo legado maya siga vigente y logre enfrentar con éxito el proceso de transculturización y globalización.
Por Tomás Martín Martín (Corresponsal Notimex)

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