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Don Arcadio Collí y la carpintería

Desde los 6 años comenzó jugando

Por Jorge Alanis Zamorano

Allá en Akil, al sur del Estado yucateco cercano a Oxkutzcab encuentras una particular entrada sobre la acera con sillas plegables muy tradicionales de la zona, todas acomodadas meticulosamente para que no se caigan. Periqueras para los nenés, bancos pequeños altos, ganchos para ropa y pantalones; porta llaveros y algunas curiosidades hechas en madera.

Ya está la quinta generación trabajando la madera

Don Arcadio Colli Cetina con 74 años y establecido en su taller casi 40 años. Él es la tercera generación y sus hijos que también trabajan la madera son la cuarta generación de carpinteros.

Cuenta que hace de todo tipo de trabajos, desde los muy finos hasta los más simples. Aprendió el oficio de su abuelo y su padre. Comenta que al menos 10 de sus nietos ya están trabajando como carpinteros y que sus yernos también están en el oficio.

Considera que lo hacen porque los ha animado y aunque al principio no mostraban interés, al verlo trabajar se acercaron a él. Le faltan dos dedos que perdió en una de sus máquinas debido a una anemia que lo afecto demasiado, se descuidó y debilitado no pudo evitar el accidente.

A los 6 años comenzó jugando

Comenzó observando, nadie le dijo cómo hacerlo, don Arcadio tenía tan solo 6 años. Con un cuchillo tallaba la madera y hacia juguetes. Su padre -dice- jamás le enseñó. Armaba mesitas y pequeñas sillas de juego, les observaba la falla y perfeccionaba en las siguientes piezas. Así fue como a pulso, sin maquinaria ni herramienta especial fue como hizo su historia de carpintero. Aún conserva un serrucho y un disco de sierra de su abuelo que han querido comprarle, pero se niega a venderlo. Utilizó herramientas que para su padre fueron inservibles y les dio vida y aunque no le enseñó directamente lo ponía a clavar o a serruchar. La historia puede verse reflejada cuando entras a su pequeña tienda y con suerte al taller.

Es grato encontrar a la gente de buena madera, de esa que dura con los años y pareciera que no fueron armados sino, más bien se conformaron de una sola pieza. Su servidor llevó a casa un buen banco y unos ganchos para pantalones que resultaron una maravilla.

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