Facebook
Twitter

El campo sufrió cambios

De pie, orgulloso y hermano de todos

Por Jorge Alanis Zamorano

Ya lo sabemos, el plano económico mundial ha cambiado. Las ofertas y demandas a partir del Covid-19 surgen con desfases e interrupciones en las cadenas de valor y nuevamente se replanteará en el mercado interno y externo una nueva manera de producción y consumo.

En un proceso de recomposición social, estamos ante una nueva condición y no será raro que la población no solo se cuide más por los procesos que conllevan sus alimentos, además, cambiará indudablemente por una alimentación sana. ¿Cuántos harán esto? Seguro que serán demasiados, pues la pandemia nos dejó ver la gravedad de un problema tan grande como el virus mismo, el cual encontró víctimas propicias para ser completamente mortal.

Desde obesidad hasta diabetes y muchos más factores que permitieron en el cuerpo ser exactamente el temor de la gente. Al final, tampoco se puede negar que la realidad nos alcanzó en un mundo que se vio víctima de sí mismo por la manera en que vive. ¿Aterrador? Sí. No es más que la desidia hacia nosotros mismos, pues desde antes de la pandemia ya se vislumbraba el camino a complicarnos nuestra propia salud y con ello, nuestro estilo de vida.

La pregunta ahora es, ¿qué papel tiene el sector agropecuario en este plano? ¡Mucho! Mientras se libra la batalla de salvar a los más que se puedan, mientras encuentran la vacuna y recomponen la situación económica mundial, el sector agropecuario se tendrá que situar en los primeros lugares de importancia, rehacer procesos ecológicamente amigables y pelear por ello, revalorar las cadenas productivas inocuas para el consumo interno y externo. Ya no estamos en tiempos de no hacer bien las cosas: hoy es un virus y mañana, ¿recursos agotados? ¿Algo peor?

Los productores, ¿están listos para el nuevo rumbo que marca hoy nuestra realidad? Los gobiernos deben poner el dedo con firmeza en los apoyos agropecuarios, pero también en los correctos procesos. Por mencionar dos ejemplos, tenemos al sector porcícola y al sector agrícola. El primero debe poner atención en el tratamiento de sus aguas residuales, que aunque digan que se ha avanzado, se sabe que aún están en un grave rezago; el otro sector, el uso de productos que ya no deben utilizarse, porque México se convirtió en el mejor cliente que compra lo indebido para que empresas extranjeras vacíen sus bodegas de productos que en otros países ya son prohibidos.

Los gobiernos en sus tres niveles deben ya prohibir con mano dura la compra-venta de glifosatos que tienen un gran impacto a la salud y que se compran más fácilmente que un dulce en la tienda de la esquina. ¿Qué hay con las leyes ambientales? ¿En verdad las autoridades responden a los intereses de la población? Porque, por otro lado, vemos a un Presidente que simplemente no hace caso a los llamados de prioridad, mucho menos a las solicitudes de ayuda, pues cuando vino a la Península de Yucatán, a pesar que teníamos problemas graves de inundaciones, no mencionó algún tipo de apoyo, sólo vino a dar banderazos.

Miré -como muchas otras personas- a una Secretaría de Agricultura Federal que abarca todo lo relacionado al campo, con sus temas de agro y pecuario, tan lejana como sus ideas, tan ausente como sus propuestas. 

¿El campo cambió? Sí, enseñó de nuevo que sobrevive más solo que esperando, cerrando sus propias filas y mostrándose del color del metal del que está hecho.

Está de pie, orgulloso y hermano de todos, como siempre ha sido y será.

Facebook
Twitter

Deja un comentario

Diseño web por