No todas las criaturas de Dios son hermosas; de hecho, la mayoría son simplemente presentables.
Fran Lebowitz
Persecución, crueldad y muerte a pesar de sus beneficios
¡Mátala! ¡Tírale una piedra! Son cosas que escuchamos al ver una zarigüeya en el patio de la casa. En la calle son atropelladas de manera arbitraria. Desafortunadamente existe mucha desinformación acerca de ella. En ocasiones vemos a las zarigüeyas como depredadores agresivos, cuando en realidad son marsupiales (únicos en México) que ayudan y se integran en el medio ambiente, no es un animal agresivo, ni puede tener rabia.
Rescate Zarigüeyal, dirigido por Selina Rodríguez, nació con la idea de proteger a las que estaban heridas, pero se fueron dando cuenta que había otras, como bebés huérfanas o atropelladas, por lo que deciden rescatar y liberar a zarigüeyas en conjunto con Semarnat y a partir de eso empiezan a fomentar la educación ambiental, para que podamos amar lo que conocemos.
¿Cuál es el papel de la zarigüeya en la sociedad? Son limpiadores biológicos, se alimentan de insectos y todo lo que se pueda considerar como plagas. Pero al invadir su hábitat -prácticamente de casi todos los animales- aparecen en casas, escuelas, calles, porque ese era su hogar. Tenemos frutales donde se alimentan, se han adaptado a lo que les hemos hecho los seres humanos al “quitarles su hogar”.
Cuidar lo que nos da vida
Así como hay personas, como Selina, que están comprometidas con todo tipo de animales, también es importante cuidar los espacios que dan vida, por eso Bárbara Castillo, a través de una amalgama de acciones que rinden frutos, propone rescatar espacios, desde jardines hasta grandes áreas verdes. Ella maneja una comunidad que se llama “Adopta una planta”. Los sábados de cada mes se reúnen en el Parque de Los Almendros, ahí se hacen intercambios de plantas, pueden ser trueques por otros objetos “lo importante es crear la cultura de reciclar, no tirar, lo que para unos es basura, para otros es oro”. Ella trata de echar abajo estigmas de convivencia fomentando reglas sociales que sean respetuosas y así bajarle al consumismo.
Sembrar y atender una planta, un árbol, un rosal, nos ayuda a reencontrarnos con nuestro entorno, aunado a que en un jardín o un área verde podemos hacer meditación, relajarnos, disfrutar. Bárbara también vende plantas y asegura que son terapéuticas, y ¡claro! también se puede hacer negocio y ganar dinero.
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