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El peor negocio del mundo

Estábamos almorzando en el comedor del club hípico La Silla, en Monterrey, N. L. Los meseros elegantemente ataviados, el menú como el de cualquier restaurante de Europa, la comida ni qué decir, elaborada por un chef francés, la bebida, esa sí mexicana, era tequila muy bueno y a pesar de lo que se pudiese pensar, la plática amena…

Por Alberto Banuet

Estábamos almorzando en el comedor del club hípico La Silla, en Monterrey, N. L. Los meseros elegantemente ataviados, el menú como el de cualquier restaurante de Europa, la comida ni qué decir, elaborada por un chef francés, la bebida, esa sí mexicana, era tequila muy bueno y a pesar de lo que se pudiese pensar, la plática amena y desenfadada y para rematar con otro calificativo, muy ranchera, como la que sostendríamos entre amigos tomando café en Los tres Reyes de Tizimín.
Mi anfitrión era Poncho Romo, importante inversionista del ramo de la biotecnología y negocios agrícolas, a quien por los caballos conocía desde hacía algún tiempo. Individuo sencillo y muy agradable y en ese momento al frente de Pulsar, un negocio en el que se había propuesto sembrar 30 mil hectáreas de eucalipto en Tabasco con la finalidad de elaborar papel.
Este cultivo nos tenía preocupados, en ese entonces fungía, por segunda vez, como Secretario de Desarrollo Agropecuario de Tabasco, y la perspectiva de lograr una inversión de esa magnitud solo se veía opacada con la mala publicidad que generaban estudios hechos en Brasil sobre el eucalipto que sostenían que ese tipo de plantaciones desertificaban la zona en donde se establecía.
Le dimos vuelta al tema para no amargar la estupenda comida, porque ya habíamos tenido algunos roces diplomáticos y otros no tanto con sus subalternos, hablamos de caballos por supuesto, de cacería, de su empresa productora de semillas que a la postre fracasó, de perros labradores y de repente me preguntó:
– ¿Sigues en la ganadería?- Sí Poncho, desde hace tres generaciones, le contesté……Nunca esperé un revire como el que hizo:
– No entiendo cómo le hacen, es el peor negocio del mundo- me soltó a quemarropa.
En esa época la prudencia no era uno de mis dones y tardé algunos segundos en reaccionar a lo que a mi juicio era una agresión, aclarando que no la tomé de mala fe sino que entendí que era el punto de vista de un exitoso hombre de negocios que sabía de lo que hablaba y al que evidentemente no le gustaba el ganado.
-Pues eso es discutible- contesté con desagrado y mordiéndome ya saben qué para no entorpecer las negociaciones para las que estaba yo ahí.
-De ese mal negocio vivimos muchos, no será el mejor, pero es una forma de vida muy apetecible- rematé, seguramente con una sonrisa que más parecería una mueca. Ahí quedó.
Se dio cuenta de lo encabritado que estaba y rápidamente cambió de tema; hoy entiendo que mi molestia fue absurda porque no era más que su respetable opinión, pero en ese momento estaba ofendido, seguramente por la falta de litio* en el agua de Tabasco.
Volando de regreso, me propuse hacer un análisis del comentario de Romo, y a pesar mío, llegué a la conclusión que tenía razón, hablo del año 97, entonces había otras opciones de negocio mucho más rentables que la ganadería, sin embargo, los que seguíamos en ella no teníamos más ojos que para las vacas aunque mal pagaran.
Me gustaría encontrar a Poncho Romo hoy para preguntarle si sigue pensando lo mismo sobre el tema.
Salvo opinión en contrario, me parece que hoy la ganadería es uno de los negocios más rentables que tenemos en el agro yucateco y desde luego nacional.
En un año, el valor de las tierra aptas para ganadería se han duplicado, las que sirven para la agricultura tecnificada, posiblemente se hayan triplicado, el precio del ganado en todas sus categorías también y el extraordinario potencial que tiene Yucatán para la agricultura y ganadería se redescubre a diario y a la misma velocidad con que sube el precio del ganado en pie y las tierras.
Como ejemplo, el precio del becerro de destete, que para muchos es el que sirve de indicador, aumentó 20 a 25 pesos en lo que va del año, prácticamente 80% y hoy es más bursátil que el oro, que por cierto no se come, dato para quienes lo atesoran.
Ayer 19 de junio, el becerro se cotizó en 52 pesos el kilo en la subasta de Tizimín, que es para nosotros el equivalente a la bolsa de valores, de manera que un becerro de 200 kilos ya te deja más de 10 mil pesos.
Hace al menos 30 años, un parámetro que todos usaban era que un camión de novillos te alcanzaba para comprar una pick up, en aquel tiempo todas eran muy parecidas, no había tanta variedad ni modelos…….pues ya regresamos, hoy un camión de novillos gordos te da lo suficiente para comprar una pick up, tal vez no de lujo, pero sí una buena camioneta, como las Ford Ranger del modelo nuevo que están bastante bien.
Una de las enormes ventajas de este fenómeno es que se da sin la intermediación del gobierno y así debe quedarse, esa es una función primordial de cualquier administración que se respete: No estorbar al que produce.

La conclusión es que ojalá se sigan dando las inversiones en la zona aunque sean de gente de fuera, sé que al principio de julio vienen americanos en busca de tierras para hacer ganadería y qué bueno, serán bienvenidos siempre y cuando tengan buenas intenciones y deseos de hacer las cosas con respeto y decencia.

(*)Elemento químico metálico, de color blanco y ligero. La sal de litio sirve como estabilizador del estado de ánimo.

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