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Enciende paladares

Por Jorge Alanis Zamorano

Rica salsa habanera que conquista

El pequeño productor trabaja de manera variada, por su parte, la industria transformadora solicita un solo nivel y calidad de producto ya que de ello depende la venta exitosa y permanente de, por ejemplo, una salsa. El Ing. Fernando Patiño Valera “de boca en boca” fue dando a conocer sus salsas Fuego Maya, encendiendo paladares y enriqueciendo el sabor a prácticamente todo tipo de alimentos. Nos platica las expectativas que tiene como pequeño industrial y los retos a enfrentar para posicionar sus productos en el mercado. El objetivo es conocer las visiones y puntos a tratar en cada lugar de trabajo porque es claro, ambos se necesitan, el productor del campo y la industria transformadora.

INOCUIDAD DESDE EL SUELO

El Ing. Patiño habla del compromiso como fabricante de alimentos, sobre todo al momento de presentarlo, que sean dignos de las mesas de sus clientes. Con la inocuidad deriva la calidad que satisface los requerimientos y deseos de obtener productos bien elaborados, sanos y que gusten al paladar. Menciona claramente de la necesidad que la producción en el campo se logre de acuerdo a lo que se exige, y así enfrentar con éxito un mercado en el cual la inocuidad es de los puntos más vitales, de lo contrario, no se puede entrar a vender.

EN LA PRODUCCIÓN PRIMARIA, SIEMPRE LA MISMA CALIDAD

Uno de los principales requisitos es que los productores estén certificados. Se deben comprobar las buenas prácticas agrícolas que dan certidumbre a la calidad, por ejemplo, colocar en la etiqueta el texto alusivo a la “Denominación de Origen” puede ser reconocido a nivel mundial.

Aunque ha funcionado y lo han logrado, aún no cuentan con denominación de origen –es una meta-. Han salvado diversos obstáculos ya que muchos países tienen sus requisitos para aceptar la entrada de productos. Lograron entrar a Japón, por ejemplo. Este tipo de situaciones permiten apertura económica, en consecuencia, se requiere de chiles con especificaciones que no se paga igual al chile que encontramos en las tiendas o supermercados de nuestro país.

ALIANZAS

Existe acercamiento con los productores, se pactan precios y especificaciones del producto asegurando la calidad requerida para su transformación, así ganan tanto el productor agrícola como el industrial.

PROBLEMA LOCAL

Pero uno de los grandes problemas en Yucatán en el cultivo es que la superficie y por ende la producción dedicada al chile habanero ha disminuido (en ocasiones otros Estados nos están superando). Comenta el Ing. Patiño poner más énfasis en el aumento de la superficie de producción y no sólo en invernadero o casa sombra, también a cielo abierto, y aunque existen productores que lo hacen así con los riesgos que implica, lo hacen bien.

PRODUCCIÓN ASOCIADA

Habla también de la necesidad de organizar a los productores. Se piensa en sembrar chile habanero en 40 hectáreas, pero considera tener comunidades con 20 productores y que cada uno siembre una hectárea asociada a especies forestales con dos escalones: uno a corto plazo con cultivo y producción y otro de madera a largo plazo, logrando un desarrollo más armonizado, afirma.

HAY MERCADO, PERO INSATISFECHO

Es impresionante que una de las banderas locales “el chile habanero” con el que nos conocen y ubican dentro y fuera del país no se esté produciendo lo suficiente, y el que se produce para consumo interno desgraciadamente, en la mayoría de los casos, no cumple con estándares mínimos de calidad. Si nos exigen calidad para exportar, con más razón debemos ser exigentes internamente porque con ello nos alimentamos. Tristemente el chile habanero que compramos en tiendas –cualquiera que sea- no cumple con los estándares de exportación, cuyo tamaño y forma deja mucho que desear, coincidiendo con el Ing. Fernando Patiño Valera: NOS MERECEMOS MEJORES PRODUCTOS, debemos despertar; el productor debe estar consciente de producir apegado a la normatividad.

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