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Florentina y Paloma, las señoras del mercado

En el mercado grande de Valladolid, pensando en encontrarnos abundantes cantidades de comida, pues es que en el “gran mercado” está la mera mata de los productos del campo, caminamos sin poder seleccionar al que entrevistaríamos, al que nos contara qué pasa en los cultivos, cómo va la cosa dirían algunos, y sí había ger, pero fue cuando nos encontramos particularmente a dos mujeres en espera de poder sacar lo del día, sus productos, la pequeña y bella cosecha. Tan fresco el producto que parecerían racimos de plástico para adornar una gran mesa y que nos fuéramos con la finta de “pensé que no eran reales”. De ahí al verlas, reflexionamos sin duda alguna mi compañero y su servidor que debemos comprar el resultado del esfuerzo también a ellas, sin ponerle precio de supermercado, sin titubear. ¡Qué no te tiemble la mano y paga! me decían mis amigos cuando trataba de regatearle a alguien y ahora, invito a lo mismo a todos los que se incluyan en la experiencia de vender su esfuerzo, dedicación y resultado, en estos casos de la madre tierra.

dona-florentinaLa señora Florentina, con marcado paso del tiempo en su persona, sin embargo, llega temprano a vender la cosecha que su hija con esmero y dedicación logra. Cilantro, rábanos, lechuga, ruda, hierbabuena, cebollina y otros productos con los que alterna como dulces de coco y tamarindo que ella misma hace para poder alcanzar la cuota que le exige el día a día para comer.

¿Cuánto tiempo tiene que fue cortado este cilantro? “¡Uuuuuy! –exclama- después de mes y medio de siembra ya salió, hoy lo sacamos”. Lo vende en pequeños racimos que envuelve con papel estraza y sus raíces las sumergen en poca agua para que sigan frescas y no pierda su verde intenso. ¡No se digan los rábanos! que daban pena de ser consumidos, con una textura sin igual, un rojo vivo.

¿Qué tal le va con su venta? “Está baja, nos alcanza apenas para la tortilla.” ¿Precios? El ramo de cilantro $5, el de rábano $10, el rábano chico $5, el ramo de lechuga $8… todo del día, ¿Más fresco? A menos que lo comamos en el huerto… con tierra…

dona-massaContinuamos caminando y vimos a doña Paloma con ganas de vender pues me jaló su llamado para comprarle. Ella se ubica en una de las entradas del mercado y vende masa que se puede utilizar para tamales, pan de espelón, pan de chaya, salbutes y otros gustos más que nos queramos dar en un buen desayuno, almuerzo ¡qué sé yo! Denle el pretexto que quieran para mover la muela con singular alegría. Le pregunté y ¿cómo va la venta? Perdió por unos segundos la mirada y respondió así quedito como para que no la escuchen, como para no echar la sal: “está baja, poca gente compra en estos lugares”. Doña Paloma sancocha (hierve hasta su cocción) el maíz, lo muele y amasa; cada bolsita de producto final cuesta seis pesos y aproximadamente es medio kilo. Ella sin perder la fe, nos indicó que, aunque la venta esta “mala” ya para el próximo mes, se pone mejor…. ¡Eso es actitud!

Doña Florentina y doña Paloma personajes emblemáticos que susurran en el tiempo, aquellos tiempos de compra y venta, donde nadie perdía, todos ganaban… hasta que nos inundaron de supermercados que alojan productos que adquieren a precios excesivamente bajos y nos los venden caros y que esperan mucho tiempo para ser comprados, esos productos a los que nos han acostumbrado: caros y viejos…

Vayamos a comprarles a ellos ¡sí! Finalmente son nuestra gente y bueno, con una calidad que recordamos en tiempos de nuestros abuelos y sólo por no ir al mercado y regresar diciendo ¡Mira lo que me encontré y bien barato!

Por Jorge Alanis Zamorano

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