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Investigaciones para la conservación del maíz criollo en Campeche

Según la cosmovisión maya contenida en el libro sagrado Popol Vuh, el hombre fue creado por los dioses a partir del maíz, después de algunos intentos con barro y madera. Las culturas mesoamericanas centraron su alimentación, cultura y religión en esta planta que, a la fecha, sigue siendo el cultivo más importante en México.
Actualmente existe una inmensa variedad de razas de esta especie de gramínea, cada una con características propias. Sin embargo, algunas se encuentran en riesgo de desaparecer, tal es el caso de la variedad Nal-Tel —también conocida como El Gallito— en Campeche, debido a que pocos productores la siembran.
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Con el propósito de impulsar la conservación de la biodiversidad genética del maíz nativo en las comunidades mayas cercanas a la Reserva de la Biósfera Los Petenes, en Campeche, desde 2009 diversas instituciones académicas y de gobierno han sumado esfuerzos a través de investigaciones tanto en laboratorio como en campo.

“Esta raza no es de alta productividad, a futuro se tratará de incrementar con el manejo genético y agronómico”, asegura.
“Esta raza no es de alta productividad, a futuro se tratará de incrementar con el manejo genético y agronómico”, asegura.

El doctor Juan Manuel Pat Fernández, investigador de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) unidad Campeche, fue el responsable de la parte territorial campechana del proyecto Innovación socioambiental para el desarrollo de zonas de alta pobreza y biodiversidad de la frontera sur en México, a través del cual se hizo la caracterización agronómica del cultivo de maíz, se describieron características fenológicas de algunas razas en parcelas y las prácticas que tienen familias mayas a través del sistema agrícola de milpa, que consiste en el proceso de roza, tumba y quema.
Con apoyo del Fondo Institucional de Fomento Regional para el Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación (Fordecyt), se conformó un grupo interdisciplinario de trabajo que se dio a la tarea de estudiar las condiciones agronómicas y socioeconómicas de estos pueblos, especialmente la comunidad Hecelchakán, en Campeche, en torno al maíz criollo.
“En esa investigación abordamos muchos aspectos, pero nos dimos cuenta en las prácticas y observaciones de campo que poca gente cultiva el maíz criollo porque dice que no es redituable, pues implica mucho esfuerzo de trabajo e inversión”, dice a la Agencia Informativa Conacyt.
El doctor en economía agrícola por la Universidad Autónoma Chapingo explica que los campesinos de la zona de Los Petenes dicen haber dejado de sembrar el maíz criollo debido a la poca rentabilidad de las cosechas, que los obliga a dejar sus comunidades en busca de mejores ingresos.
La investigación incluyó la realización de encuestas socioeconómicas y tecnológicas hacia los productores, a fin de conocer los aspectos relevantes del sistema de roza, tumba y quema; además se tomaron datos de tres parcelas de productores de las razas San Pableño, K’an Xnuk nal y Sak Xnuk nal para analizar la altura de la planta, el número total de hojas, el diámetro del tallo, la altura de inserción de la mazorca, así como datos cuantitativos de la mazorca para su correspondiente evaluación en los rendimientos.
Los resultados obtenidos muestran que la edad de los productores oscila entre 50 y 82 años, debido a que un alto porcentaje de los jóvenes de las comunidades no se integra al campo; todos los productores dicen que aprendieron y practicaron el cultivo de la milpa desde niños, por enseñanza de sus padres.
Destacan que el uso de fertilizantes químicos y plaguicidas les ha representado un incremento de la producción; en tanto que del material genético estudiado en las parcelas, la raza San Pableño resultó ser la más rendidora, seguida de la K’an Xnuk nal y la Sak Xnuk nal.
Validación de razas

A raíz del trabajo que este grupo realizó al respecto, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) invitó al grupo de investigadores integrado por los doctores Juan Manuel Pat Fernández, Carlos Tucuch Cahuich, Lucio Pat Fernández y el ingeniero Pablo Hernández Bahena, de Ecosur, y el doctor Juan Medina Méndez, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), a participar en el proceso de validación de razas de maíces nativos, a fin de apoyar el programa de conservación en la zona de influencia de la Reserva de la Biósfera de Los Petenes.
Este esfuerzo se realizó entre 2014 y 2015 en las comunidades Tankuché, San Nicolás y Pucnachén del municipio de Calkiní; Chunkanán, los grupos Sabana de Descanso y Nuevo Amanecer del municipio de Hecelchakán, y Tenabo.
Por medio de metodología y técnicas de investigación estudiaron las características cualitativas de la mazorca, como su forma, número de hileras, el tipo de grano (harinoso, cristalino, dentado y semidentado), el color del grano y del elote. También analizaron las características cuantitativas como peso y longitud, el diámetro de la parte central de la mazorca y del elote.
Los investigadores colectaron 48 muestras de mazorcas que los productores siembran. Fue así que encontraron diferentes razas de maíces nativos: la raza Tuxpeña, Dzit-Bacal, Xmejen nal, Tup nal y Nal-Telo K’ayt’el.
De las colectas que realizaron, 66.7 por ciento correspondió a la raza Tuxpeña, 25 por ciento a Dzit-Bacal, 6.2 por ciento a Xmejen nal y Tup nal, y solo dos por ciento correspondió a Nal-Tel.
De acuerdo con las muestras recolectadas y el testimonio de los campesinos, la raza El Gallito es la que mayor riesgo tiene de desaparecer a pesar de que es una variedad precoz, pues tiene un ciclo de cosecha de siete a ocho semanas, es resistente a sequías y plagas, además de que se puede consumir en poco tiempo después de la cosecha.
Tales resultados fueron expuestos y validados en la Quinta Feria Microrregional Comunitaria del Maíz Criollo, realizada en la comunidad de Tankuché, municipio de Calkiní, Campeche, en 2015.
Según la caracterización que hace la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), la raza El Gallito tiene el pericarpio más grueso propiciando mayor contenido de proteína de buena calidad en productos como tortilla y pozol; en tanto que tiene potencial para la obtención de alto contenido de fibra y germen.
“Esta raza no es de alta productividad, a futuro se tratará de incrementar con el manejo genético y agronómico”, asegura.
En entrevista, el integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel II detalla que trabajan en la recolección de estas semillas en campo, así como de otras variedades, para reproducirlas y entregarlas a los productores con el propósito de ir generando información en torno a ellas.
“Vamos a reproducir algunas razas como El Gallito, Éek’jub (maíz de grano azuloso) y Chakchob (maíz de granos rojos) para intercambiarlo con los productores, que lo prueben y nos digan si les gustó o a qué problemas se enfrentaron, para conocer si el productor quiere conservar estas variedades de maíz”, añade.
Investigación participativa

El doctor Pat Fernández es investigador de Ecosur desde hace 19 años, es uno de los fundadores de la unidad Campeche y ha centrado sus líneas de investigación en sistemas de producción agrícola y forestal en la economía campesina, la agricultura sustentable y el cambio en el uso del suelo a través del análisis cuantitativo y cualitativo para conocer las potencialidades y limitantes del desarrollo regional comunitario.
Su trabajo está relacionado con la investigación participativa, al tener contacto directo con las comunidades. En el caso del maíz criollo ha participado en talleres con los campesinos para compartir el manejo agronómico y los componentes tecnológicos del cultivo del maíz; así como en ferias y congresos en los que se exponen los resultados de las investigaciones, pero también son el marco para el intercambio del conocimiento maya sobre la milpa, de semillas de los diversos tipos de razas, de recetas gastronómicas e incluso para fomentar la preservación de los rituales ceremoniales de la cultura maya.
Adscrito al Departamento de Agricultura, Sociedad y Ambiente ha apoyado la conformación de grupos de productores organizados, uno de ellos se dedica al cultivo de la planta de jipi y otro al maíz criollo.
“Con estos grupo estamos planeando acciones que contribuyan a subsanar sus necesidades y buscar la forma en que podemos impulsar investigaciones en su beneficio”, dice, por ejemplo contemplan enviar una iniciativa al Congreso estatal para la protección del maíz criollo, que incluya incentivos a los productores para seguir sembrando maíz criollo y apoyo para más investigaciones.
Proveniente de una familia campesina, el entusiasta investigador está convencido que a través del impulso a los campesinos mediante el fortalecimiento de sus organizaciones es posible conservar el maíz criollo, preservar el conocimiento sobre su cultivo y mejorar las condiciones de vida de las comunidades.
Concluye que una de las satisfacciones que le brinda esta profesión es ver que su trabajo a largo plazo da frutos en beneficio de la sociedad.
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CONTACTO
Dr. Juan Manuel Pat Fernández
Investigador de Ecosur, Unidad Campeche
jpat@ecosur.mx

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