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Juguetes de infancia

Juguetes de infancia

¿Recuerdas esos años en los que las preocupaciones eran mínimas o inexistentes? Aquellos años de juegos y aventuras, nos tocaron buenas épocas: de salir a la calle con tus vecinos, inventar historias, usar la imaginación e idearnos nuestros juguetes si a veces en casa no había para comprar aquel que deseábamos, así como en un ocasión teniendo los utensilios, realicé mi propio balero, utilizando únicamente un pedazo de cartón del rollo de papel de baño, papel aluminio, hilo y pegamento, ahí andaba orgullosa jugando mi balero, sin importarme que no se asemejara ni un poco al de madera, cabe aclarar que me volví buena para ese juego, con el real y con mi creación, además que siempre he sido muy competitiva, de esas que lo intentan hasta que les salga, es así como también aprendí a jugar trompo, no era la mejor, pero podía dominar ese bello arte de “bailarlo”.
Por Gabriela Pérez

Tuve también una marioneta, estaba un poco fea, creo que era de esos juguetes que se llaman “heredados”, me encantaba jugar con ella, tanto que mis padres me compraron la propia, así que sentaba a mis primos para actuarles algunas escenas de las que rápidamente se aburrían –un público difícil, asumía. Con la que sí pasábamos largas horas de diversión era con la pirinola, en ocasiones cuando no había ni centavos ni pesitos jugábamos con frijoles, claro en ese tiempo a uno no le importa el dinero, solo la victoria y la alegría de ganar.
Recuerdo también que mis padres tuvieron que tirarme mi matraca, era de esas niñas que podía pasar un largo, largo rato escuchando el estruendoso chirrido de tan noble juguete, fue después de un carnaval, supongo que seguía con mi euforia de las fiestas del Rey Momo.
Y cómo olvidar las tablitas “mágicas”, aquellas que todavía podemos encontrar en “Mérida en domingo” una serie de tablas de colores de madera unidas por unos listones que al estirarse parecen estar unidas y no moverse, pero al tomarlas de uno de los extremos crea la ilusión de que una de las tablitas se desprende y se dirige hacia el otro extremo pero sin separarse de las demás. Recuerdo su clac, clac, clac, con nostalgia, lo feliz que me ponía jugar con ellas y las largas horas que podía dedicarle a dicha actividad.

Juguetes de infancia

Hace poco en un recorrido a Izamal a mi sobrino le compraron un tamborín, o tambor chino, le enseñé a mi sobrino como jugarlo, al principio quedó encantado, pero como se imaginarán, tuvieron que quitarme aquel juguete para que pudieran todos comer en paz, incluso mi sobrino estuvo de acuerdo, no me importó, ya había recordado buenos tiempos y pude darme cuenta que las tradiciones no morirán, si nosotros no lo permitimos.

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