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La miel nuestra y del mundo

Yucatán es el estado que registra la mayor producción de miel de alta calidad a nivel nacional, sus propiedades le han permitido tener presencia en la cocina, estética y medicina, por lo que no es difícil encontrarla como ingrediente en el jabón corporal de una joven parisina, o un postre que decora una recepción en Arabia, o en el cereal que comen los niños de Estocolmo antes de ir al colegio. La miel de México, la que se produce en la península de Yucatán, es el trabajo de miles y organizadas abejas que de aromáticas flores transforman un dulce oro líquido muy apreciado.
Productos Selectos del Sureste SA de CV, (PROSELSUR) es una planta mayorista de acopio y procesadora de miel que se ha dedicado por más de 35 años a su exportación, respaldada por más empresas familiares que conforman el grupo. ???????????????????????????????

Su fundador el Ing. Gottold Beutelspacher, mejor conocido como Ing. Goty y sus hijos, han enviado hacia la unión europea el 99% de la producción. “Todo inició cuando llegó un campesino, me preguntó si estaba interesado en comprar miel, sacó de un sabucán un frasco y la probé, cuando dijo cuánto podrían producir me pareció una exageración, una locura ¡eran como 10 albercas de cien toneladas de miel cada una! Preparé una reunión de las sociedades que él representaba, platicamos y se firmó un convenio de comercialización donde me comprometía en vender la miel que se estaba produciendo. Ahí empezó mi calvario. Lo que yo sabía de miel era que se untaba en pan, era rica y dulce, pero de comercialización ni idea.

En esa época, creí que yendo a México a la Unión Nacional de Apicultores y diciendo que quería exportar la miel de las sociedades chiapanecas hacia Europa, me iban a apoyar en todo y lo primero que recibí fue una carcajada al mencionar la cantidad. – Mira güero, cuando tengas la miel en tus tambores, envasada me hablas, ahora no puedo ayudarte con esa ilusión.- Salí decepcionado y decidí irme al puerto de Veracruz donde se exporta con alguna agencia aduanal. Visité como seis y les pedía que me apoyaran para saber hacia dónde enviarla y con quién, que aún no tenía la miel pero tenía un convenio de mil toneladas y que llegaría a ser un exportador importante, todos me rechazaron excepto un agente extravagante con pinta de rockero, -yo sí le ayudo ingeniero, si me da todo su volumen le doy una tarifa barata y le digo las compañías que hay registradas para ello, me busca. Después me dirigí a Chiapas para continuar con el trámite y al llegar allá me encontré con un licenciado que me pidió mil pesos para apoyarme con los datos de los principales compradores, me citó en un sitio lúgubre, me pidió el dinero y bajo la mesa me pasó un papelito que guardé en el bolsillo de mi camisa sin leerlo. Cuando llegué a mi casa lo saqué y tenía tres nombres de compañías compradoras que yo ya sabía que existían pero sin ningún dato más. Me desesperé. Le dije a mi esposa que así no era la cosa, que nos iríamos a Europa y buscaríamos en los directorios a los compradores. Al llegar allá puse el anuncio donde buscaba un agente de ventas en la comunidad económica europea, hubo varios interesados, entre ellos me llegó el fax de un suizo llamado Heinz que hablaba Inglés, Francés, Alemán y Español y le contraté. Sacó varias citas con muchos compradores que estaban en Alemania, Francia, Suiza, Inglaterra y fuimos a visitarlos, en su cochecito con mi esposa e Ingrid mi hija que actualmente vive en Alemania.
La puntualidad era primordial, llegábamos 15 minutos antes de la cita y sonando la campanada tocábamos la puerta. Hubo desconfianza por ser mexicanos, había antecedentes de fracasos e incumplimientos, les quedaban mal; el apellido de alguna manera me ayudó aunque no hablara alemán, sólo inglés. Prometieron avisarnos. Regresamos con esa esperanza pero aun sin nada real, hasta que saliera la cosecha en diciembre y quisieran comprarla. A las dos de la mañana sonó el teléfono, era Heinz, ¡Goty, despierta! ¡ya vendimos dos contenedores, lo logramos! Eran las nueve de la mañana en Alemania, la emoción ya no me dejó dormir esa noche.”
Así fueron aprendiendo de comercio internacional, la familia Beutelspatcher originaria de Chiapas, continuó asesorándose con gente honesta y profesional. Cuentan con el análisis en laboratorios y procesos muy confiables que garantiza el envío de excelentes cosechas, fechadas y clasificadas en lotes por distintos tipos de floración y especie de abeja. El mercado Alemán es el punto de distribución al resto del mundo, se estableció una empresa allá para continuar con ese paso. Sin embargo siempre hay mucho por hacer y la fórmula es simple: Capacitación al sector. Los apicultores requieren ser más eficientes en la producción y la transferencia de tecnología para el cuidado de las abejas y el ambiente que favorezca las condiciones de una mejor y mayor producción. Historias como ésta aún se escuchan en diversos rubros, es necesario que generen acciones en las distintas secretarías, uniones, organizaciones, aduanas; que los beneficios sean principalmente para el productor y pueda vender a buen precio su producto, a partir de conocer y solucionar necesidades reales, que cada vez sean menos los licenciados que dan su ayudadita a cambio de pedir dinero. Por supuesto también mayores facilidades para quien coloca el producto en el mercado extranjero. “Cada año hemos aumentado nuestros volúmenes y mejorando la producción, pero eso no es lo más importante, sino la relación con las personas que forman el equipo de trabajo. Eso es importante, estar pendiente de los problemas personales no sólo de la empresa. Gracias a eso, somos una, empresa sólida, año con año diversificamos nuestra clientela y aumentamos el volumen de nuestros créditos, cosa que nos permite crecer paulatinamente con pasos firmes y seguros.” Ing. Beutelspacher.
Actualmente se encuentran en Valladolid y exportan 2 mil 500 toneladas anuales, se continúa con la entrega de miel a los contactos que hace 35 años confiaron en la palabra del Ing. Goty, y él, en la de los apicultores que cumplieron puntuales ese diciembre las mil toneladas de miel.

Isabel Juárez

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