Por Jorge Alanis Zamorano
De las máquinas al paladar…
En Temozón Norte se gesta una historia que puede tomarse como punto de partida en algo que inspire. No derrotarse es la clave, hay que mirar con atención las brechas de oportunidad que están ahí presentes en todo momento, solo hace falta tomar un respiro y la decisión, pues ocurre que muchas veces queríamos hacer algo diferente pero el miedo nos lo impedía. En este caso, la necesidad ante una calamidad llamada Covid-19 hace que el camino que antes seguían Sara Cristina Osorio Martínez y su esposo cambiara de rumbo. Hoy están de pie acompañados y en su camino apoyando a otros más.
Anteriormente, la pareja se dedicaba a la renta de maquinaria para la construcción de piscinas, pero apenas comenzó la pandemia detuvieron máquinas y servicios. El dinero comenzó disminuir y por más que querían apoyar a su equipo de trabajo, terminaron por tomar grandes decisiones.
Helados como alternativa
Comenzaron recreando la imaginación por el paladar: helados de múltiples sabores para comenzar un nuevo negocio, desde los sabores tradicionales como el chocolate o frutas, hasta los que vienen combinados con esos sabores picantes que desde niños nos hacen salivar, como el mango con chamoy, picafresa, tamborcitos, etc.
Lo interesante aquí es que además de la gran iniciativa por no quedarse varados, en su búsqueda comenzaron a reactivar la economía de otros, es decir, de los encargados de surtirles los insumos necesarios. Ante esto, Cristina nos comparte: “Nosotros buscamos y tratamos de comprarle a aquellos que realmente lo necesitan”; tal es el caso de las personas que les surten la fruta, oriundos de la comisaría de Xcanatún, quienes antes de la pandemia todos los días acudían a los mercados Lucas de Gálvez y San Benito para comercializar sus cosechas y hoy, encuentran un alivio al ser los proveedores de frutas para los helados de la pareja.
Como a muchos, esta pandemia arrebató a Cristina y a su esposo una parte de sus sueños. No obstante, se mantuvieron con la frente en alto y hasta lograron darles empleo a dos jóvenes que los apoyan en la elaboración de sus helados.
Sin duda, de no haber sido por esta pandemia no hubieran comenzado con este negocio. Aunque no se veía haciendo esto, la actitud de Cristina nunca decayó y hoy se dice feliz de tener una fuente digna de ingresos, la cual le ha permitido explotar su imaginación culinaria puesto que ya tienen más de 50 sabores en su catálogo… ¡y contando! Un verdadero ejemplo de que no debemos darnos por vencidos y mejor aún, encontrar las brechas que quedan en el desolador panorama que se nos presenta para así, salir orgullosos de lo que somos.
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