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Los jóvenes sí quieren zapatear

Por Yicel Mis Góngora

El desinterés de nuestro patrimonio cultural es una problemática real que también nos sensibiliza a los jóvenes. La preferencia hacia el urbanismo y el desarrollo globalizado del Estado ha alejado a nuestros jóvenes de lo que es nuestro: costumbres, buenas prácticas, lengua, e incluso folklor. Muchas veces se piensa que el joven desea alejarse de su comunidad para mantener un estatus social que ha sido remarcado por la mediatización.

Sin embargo, siempre hay pequeñas, o medianas semillas que nos dan esperanza de que nuestra identidad maya está viva y continuará muchas generaciones más. Con 17 años jóvenes de Kanasín formaron Raíces Yucatecas. Un grupo jaranero que surgió principalmente como solo un taller escolar, pero fue tan grande el interés y la pasión de los estudiantes, que comenzaron a ensayar fuera de su escuela y a participar en eventos en otros municipios.

“Ensayábamos en mi casa, o en la de uno de ellos, dónde sea, lo importante era practicar, nosotros buscábamos nuestros propios eventos y presentaciones, nos reuníamos para ver nuestros videos y saber en qué fallábamos, nos reíamos de los errores y aprendíamos de ellos”. Me relata Karla Puch, quién ha bailado desde que era niña, a los 11 años ya dominaba bailar sobre el almud y con la charola en la cabeza.

Karla describe con mucha nostalgia el inicio de su equipo jaranero, puesto que al inicio, cuando era una niña sin conocimiento alguno, su mamá Maria Teresa Mukul Tutzim la impulsó a desarrollarse en el folklor: Aprendí a zapatear, a cómo moverme y poner las manos en el terno, sobre todo aprendí a charolear, ahí se me quitó el miedo de ponerme la charola con los vasos y botella llenos de agua en la cabeza, se me hacía muy difícil al inicio, pero perdí el miedo.

Doña Teresa Mukul no solamente impulsó y ayudó a descubrir una pasión, también se ha encargado de bordar a mano en punto de cruz o xocbichuy los ternos de su hija y de algunas jóvenes de Raíces Yucatecas, así como de los pañuelos de los mestizos quienes acompañan elegantemente a las bailarinas.

Así que entre familia y comunidad allí en Kanasín se ha impulsado el interés de las jóvenes por zapatear portando con orgullo la maravillosa vestimenta, conformada por el terno, zapatillas blancas, flores en la cabeza y un rebozo. Del brazo, el mestizo con guayabera blanca y alpargatas, con la cabeza en alto, listos para disfrutar de la orquesta.

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