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No maten al jaguar

Uno de los grandes problemas en el Estado es la cacería del jaguar, especie protegida por estar en peligro de extinción. En muchas ocasiones es perseguido y cazado por atacar al ganado. En gran medida, esta acción es errónea, ya que el número de cabezas muertas por ataque de depredadores -en este caso el jaguar- resulta mínima en comparación con el ataque de otros carnívoros.

¿Quién fue primero, el hombre con su ganado o el jaguar legendario? La respuesta es más que lógica, este enorme y hermoso felino ya estaba allí cuando los machetes y la moto sierra entraron tumbando monte, desbrozando maleza en el Oriente de Yucatán para convertirla en zona de pastoreo, el jaguar se fue arrinconando a los pocos espacios disponibles -son huraños por naturaleza- sin embargo, tanto aislamiento y hambre los ha hecho bajar a la zona del ganado y allí de pronto hace su merienda, al menos de eso lo culpan los ganaderos, y con sus rifles al hombro salen de cacería.

El biólogo Carlos Alcérreca Aguirre, Presidente de Biocenosis A.C., nos explicó que se dieron a la tarea de acercarse a las Uniones Ganaderas Regionales, a las Asociasiones Ganaderas Locales y numerosos productores particulares, para explicar que debe analizarse cada animal muerto o atacado buscando identificar lo más exactamente posible el origen de la muerte.

Factores de muerte en el ganado
La mayoría de tales muertes tienen principalmente tres orígenes. La primera: son los mismos perros de los ranchos o perros salvajes o “alzados”, los cuales agrupándose en la noche forman jaurías que atacan al ganado.

Un segundo protagonista es el coyote, una especie llegada a la Península de Yucatán hace apenas unos 10-12 años, proveniente del centro y norte del país, la cual aprovecha la ventaja que le ofrece la apertura de potreros y el avance de la ganadería sobre terrenos forestados.

Y un tercer factor es el deficiente manejo del ganado, por ejemplo, existe la costumbre de soltarlo a pastar por la noche, evitando así las altas temperaturas de la región, sin embargo, las desventajas de estas prácticas son mayores a los beneficios debido a que los animales enfrentan una serie de circunstancias que ocasionan las pérdidas, principalmente las fracturas de patas que ocurren al no ver por dónde caminan, al igual que la picadura de serpientes, además de que la noche favorece que se expresen las máximas capacidades de acecho por parte de los depredadores.
De esta manera un ejemplar joven resulta muy vulnerable a ser lastimado, atacado y devorado, pero finalmente el origen de esta pérdida es por un mal cuidado o atención. Cuando llegan los ganaderos y ven al becerro muerto es claro que buscan huellas y efectivamente, puede ser que aparezcan huellas de jauguar, pero no necesariamente fue quien dio muerte al joven animal, simplemente llegó y comió del cadáver.

“Nosotros examinamos el tipo de ataque, de huellas. Cada depredador tiene su particular forma de matar a su presa, cada uno tiene su propio estilo, por así decirlo. El jaguar ataca en la base del cráneo y es común que arrastre a su presa para consumirla en un lugar que considera más seguro; mientras, el puma generalmente ataca la garganta y al terminar su comida cubre los restos con tierra; los perros e inclusive los coyotes, al ser gregarios, atacan por distantes partes: orejas, cola, vientre, etc. lo que se evidencia al revisar el cadáver”, nos comentó el biólogo Alcérreca Aguirre.

Con todo esto, se ha conseguido convencer a gran número de ganaderos, e incluso, se logró que el Fondo de Aseguramiento de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas, que a través de un seguro, se indemnice, con dinero en efectivo, un monto semejante al valor del animal muerto, al productor que demuestre que efectivamente la pérdida se debió por el ataque de algún depredador. Para recibir esta indemnización, dirigida a detener a los productores en su búsqueda de represalias contra los jaguares, es necesario dar aviso para que un ajustador visite y de fe de lo sucedido haciendo válido el seguro.

El jaguar no siempre es el culpable
En conclusión, el ganadero aprende ciertamente que los jaguares atacan en un mínimo porcentaje, es decir, de 100 muertes de ganado, aproximadamente 80 son por partos distócicos, enfermedades como el derriengue, por fracturas, picaduras e inclusive desnutrición y sed, y del 20% restante quizás sólo el 4% sean vinculadas con la depredación, y de éstas, la mayoría por intervención de perros salvajes, coyotes y al final por el jaguar.

Otra gran lucha que se está llevando, es la cacería furtiva. Lamentablemente muchas personas alimentan su ego a través de la caza o buscan recompensas de parte de sus vecinos matando a estos animales sin ninguna razón y también por su piel.

Esperamos que por fin exista la conciencia de no cazar a tan hermosa especie, que está en nuestras manos el que desaparezca o continúe dentro de nuestra fauna.

Contacto:
Biólogo Carlos Alcérreca Aguirre, Presidente de Biocenosis A.C. Para la Conservación de la Naturaleza
Cel: 044 999 94711338

Proyecto: «Atención al conflicto de la depredación de ganado por jaguar en ranchos vecinos a las Areas Naturales Protegidas en Yucatán»
Calle 4 No. 356 x 11y 15 José Ma. Iturralde (Fracc. Aguilas).
Teléfono y Fax (999) 943-36-70 Mérida, Yucatán, México, C.P. 97134
biocenosis@biocenosis.org.mx
Fondo de Aseguramiento
Informes y notificación de siniestros: 01 800 8321328, 01 800 8372031 y 01 800 8376585

Por: Jorge Alanis Zamorano

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