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Recuperar la memoria histórica

Es con los abuelos

Por Jorge Alanis Zamorano

Mi abuelita se la llevó a la tumba ¿Porqué no le pregunté la receta? ¡Cómo lo lamento ahora! Esto lo hemos oído un sinfín de veces. No debemos perder el conocimiento de nuestros ancianos, después nos pesará.

Hay que preservar la historia de nuestra tierra, de los pueblos, de la gente, conocerlos a partir del registro de quienes están vivos aún. Imperante tarea y aunque existen personas que mantienen la historia es difícil saberlo ya que -creo- debe divulgarse constantemente y que nuestros hijos y nosotros mismos estemos siempre pendientes del rastro que dejamos a nuestro paso. ¿Qué sucedería si a través de la producción que hoy se tiene en todo el sector agropecuario se manifestara al mismo tiempo el cómo se hacía? No olvidemos que somos historia viva, que hoy será ayer.

Me sorprende saber y enterarme cómo las nuevas técnicas cada día intervienen y se acercan a las comunidades y es que han cambiado las viejas costumbres de siembra y cosecha, sin embargo, muchos sabemos poco de cómo ancestralmente se realizaba. También se escucha que estamos regresando a las viejas aportaciones de nuestros antepasados, pero ¿las conocemos totalmente? Sería bastante interesante, y aprovechando la tecnología, registrar en video lo que saben y cómo lo hacen nuestros abuelos y abuelas. Por ejemplo, los mayas tenían técnicas en la apicultura (con la melipona), conocimiento transmitido de generación en generación y hasta nuestros días aún existen personas que lo practican de esa manera; la miel de melipona es un producto muy apreciado, pero si añadimos el registro de estas “técnicas ancestrales” creo que mantendremos verdaderamente viva nuestra identidad.

Así saber cómo ellos lograban tanto en tan poco terreno, al registrar su conocimiento aseguro que los jóvenes que están aprendiendo estarían atentos y comparando lo nuevo con lo antiguo -creo- y los que no se dedican al campo, tendrían un conocimiento más claro de lo que somos.

Sabemos que hay registros de conocimientos ancestrales, que se divulgan muy poco ya que son comercializados, por tanto, es recomendable emprender una campaña pública de esa sabiduría, de manera simple y sencilla a través de la pregunta que ha funcionado siempre: “¿Sabías que…?”

Si la autoridad gasta tanto presupuesto para dar a conocer lo que hacen ¿Por qué no gastar en cómo se hacía antes? Es cultura, es conocimiento, somos nosotros. Eso supongo, es hablar bien de quienes están al frente hoy día… ¡Ah! Y pagar por esa información ancestral que resulta oro molido para nuestra historia.

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