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Retornar al campo

Por Julio Leal Ortiz

El suelo me llamó

Allá en Sucopó, Yucatán, nos adentramos al campo por un camino verde, frondoso y lleno de vegetación, tras unos kilómetros concluimos en una explanada de tonalidades amarillas. Ahí estábamos, en la siembra del maíz; Ángel Borges Pech a sus 44 años, con su canasta en la espalda y un cuerno de venado en la mano, comenzó a desgranar.

“He decidido volver al campo, han pasado 15 años desde que mis tierras no saben lo que es cultivar, surge la oportunidad, vuelvo a arar, elijo los granos, los regreso al origen, espero que el tiempo haga de las suyas y, ahí estaré cosechando maíz. Hace tiempo que no había visto siembra igual, no todas las piezas llegan al tamaño prometido, pero aun así no agachamos la mirada, seguimos desgranando. ¡Este año es el bueno!”.

Hay que valorar el trabajo de la gente que se desempeña en el campo, gracias a ellos tenemos los alimentos en la mesa. Las generaciones actuales ya no quieren trabajar el suelo, el campo se abandona y poco a poco será más difícil ver estos productos cultivados por manos locales en casa.  No me podría visualizar a la hora del almuerzo sin mis tortillas de nixtamal.

Es ardua la labor que desarrollan para lograr recolectar las toneladas de maíz y venderlas en el mercado, pero es bien recompensado cuando llevan el dinero a casa y hay para comer. No solo te llena el estómago, sino el corazón y hasta el alma.

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