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Vainilla mexicana

Un toque de esencia trágica

Por Carlos del Castillo Tello

Hace unos días, tuve la oportunidad de escuchar una historia interesante y a la vez funesta. Soy sincero estimado lector y mencionaré que el relato no iba dirigido hacia mi persona, sino que llegó a mis oídos, en pocas palabras –escuché una conversación ajena-. Les cuento: me encontraba viajando a la ciudad de Mérida en una combi y en la parte de frente se sentó un señor y a su lado una mujer vestida de reboso. Para mi infortuna o fortuna, dependiendo de cómo lo vean, ese día no llevé mis audífonos, -tendré que chutarme por 45 minutos música que no es de mi agrado, pensé- a los 15 minutos de camino comencé a escuchar… “la vainilla es una orquídea que se encuentra en peligro en nuestro país” dichas palabras provenían del hombre sentado en la parte del copiloto y llamó mi atención.

El señor, al parecer veracruzano, le contaba a la mujer la leyenda de una princesa Totonaca, de esas historias trágicas de amor y de cómo la joven terminó convirtiéndose en una flor, una orquídea para ser exactos, la de la vainilla. Si les interesa pueden buscarla en Google como Princesa Xanath –yo lo hice-.

Comenzó a hablar sobre la vainilla, su uso para el ser humano fue descubierto por los mismos totonacas, en Papantla, digamos que, de Veracruz para el mundo. En la época Mesoamericana, era de los tributos que más solicitaban los aztecas ya que le daba mayor sabor a una de sus bebidas, exacto: el chocolate. La forma en que ellos obtenían la vainilla no ha cambiado, su producción sigue siendo muy laboriosa, tiene que dejarse secar bajo los rayos del sol, separar los frutos/vainas y extraerla, todo un proceso artesanal. Durante la Conquista, los españoles valoraban mucho la vainilla y comenzaron a darles diversos usos, como hasta hoy lo conocemos, se crearon varias plantaciones de vainilla y los totonacas las cosechaban y se mandaban a Europa. Los franceses eran los principales consumidores, durante esa época la Nueva España (México) fue el único productor de vainilla en todo el mundo.

Apreciable lector, no tenía idea que la vainilla era una orquídea y mucho menos que es mexicana, ¡tiene denominación de origen! Para no hacerles el cuento largo, los europeos buscaron la forma de producir la orquídea fuera de México, la respuesta: la polinización manual, otros países comenzaron a producirla y la producción nacional cayó. Años después la industria trajo la vainilla sintética, la de color negro, la que la mayoría consumimos, mucha más barata y “fácil” de producir.

Hoy en día, México ocupa uno de los últimos lugares en producción de vainilla, y es ahí cuando creo que el “veracruzano”, así lo llamaré, ya que nunca supe su nombre, mencionó -estaba en peligro la vainilla-. No me quedé con la duda, y traté de buscarlo en la web, resulta que también el crimen organizado le ha pegado mucho a los productores mexicanos, recordemos que junto al azafrán son uno de los productos culinarios más caros.

Esta historia me dejó pensando en cómo un producto tan valioso para el mundo deja de ser producido por problemas ajenos a los propios productores. No se podría buscar la forma, (mayor seguridad, contratos en el extranjero) para que México vuelva a ser potencia mundial como productor de vainilla, dirigido al mercado de la alta cocina, que está dispuesto a pagar el valor de la Vanilla planifolia.

Estaba con toda la intención de que, al llegar a nuestro destino, me acercaría al señor y le preguntaría su nombre, el “veracruzano” decidió bajarse antes, razón por la cual no pude saber más de él. Espero algún día encontrarlo en otro de mis viajes a la Ciudad Blanca, de eso no estoy seguro, pero si algo puedo afirmar es que ese hombre con destino a Mérida es un gran admirador de nuestras raíces mexicanas, pero, sobre todo, de la vainilla.

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