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Venta de alimento ¿Cómo lo viven?

Constante miedo al contagio

Por Jorge Alanis Zamorano

El Covid-19 nos muestra una nueva realidad de convivencia y de abastecernos. No es únicamente tener cuidado a donde quiera que vayamos, es el distanciamiento constante entre nosotros, y encima, que el último eslabón en la cadena de comercio quedó completamente afectada. El hecho de esperar turnos haciendo filas, evitando las cantidades de personas dentro de cualquier lugar, de forma distinta a como estábamos acostumbrados, nos limita la convivencia y nos hace perder en cierta manera la identidad con el rostro cubierto: un rostro que no sabemos si ríe o está enojado.

Me acerqué a un local en Ciudad Caucel, en donde de manera habitual la gente llega a pie. La mayoría compra las verduras necesarias, incluso carne de cerdo o pollo. Este ejemplo se adapta prácticamente a cualquier comercio que no tenga la envergadura de los supermercados, pues se abastecen y comercializan de manera muy distinta.

Me atendió Jessica López, quien trabaja en uno de estos pequeños negocios ubicados en los barrios o complejos habitacionales. Amablemente, junto a sus compañeras y compañeros, me platicó cómo viven la pandemia: mencionó que sí ha impactado en el negocio ya que la gente está asustada, llegan y compran bastante. Con tal de no salir, compran todo lo necesario para una semana por lo que el lugar siempre está lleno y con filas a veces largas.

Lo que concierne al abastecimiento del negocio, han llegado a tener problemas con el tomate rojo, pues generalmente lo traen de otros estados y por lo mismo, el precio aumenta, es complicado conseguirlo y al final a sus clientes les cuesta pagar los precios que se presentan. Su mercancía la traen de la Central de Abastos o del mercado Lucas de Gálvez.

El constante miedo al contagio

“Con este asunto del Covid-19 todos los empleados tenemos miedo a enfermar, sin embargo, hay que salir a trabajar, es nuestra única fuente de ingreso en nuestros hogares. Nosotros usamos gel antibacterial, cubrebocas, nos lavamos las manos constantemente y así les pedimos a nuestros clientes que esperen y hagan filas, usen el gel que les proporcionamos y sin cubrebocas no pueden entrar. Hasta el momento ninguno de nosotros se ha enfermado, estamos bien y seguimos trabajando; son 25 personas las que dependen de este negocio y cuatro sucursales las que están dando servicio”.

La gente aprendió conforme al paso de los días

Jessica López comentó que al principio de la pandemia mucha gente llenaba el lugar sin cubrebocas, pero hoy día ya que se estableció el mecanismo, comprenden que no pueden estar hacinados y aunque visiblemente se observa que es un problema estar formado bajo el sol, sus ventas no disminuyeron.

Asegurar lo esencial para sus clientes

“Tenemos surtido de muchas cosas, pero lo esencial como la cebolla, tomate, limón y verduras básicas pueden encontrar con nosotros”, aseguró.

Jessica considera que las cosas han cambiado y el día que levanten la contingencia nada será igual, todas las personas saldrán con temor y más precavidos al momento de entrar a cualquier establecimiento. Con 23 años, ella está viviendo algo que nunca se imaginó: un hecho que ha pasado a la historia universal, que rompió no solo las distancias, además, el concepto de vida como según la teníamos entendida antes del 2020. Para finalizar, Jessica nos envía un mensaje: “para los que puedan, lo mejor es quedarse en casa”.

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