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Yaxunah ofrece reencuentro con legado maya y la mejor gastronomía

Por Abraham Bote. Con información de La Jornada Maya.

Foto: Abraham Bote.Comisaría de Yaxcabá atrae al visitante con maravillas culturales y naturales

 Mérida, Yucatán.- Yaxunah, localidad del municipio de Yaxcabá, ubicada aproximadamente a 25 kilómetros al sureste de Chichén Itzá, ofrece una gran gama de servicios turísticos y al mismo tiempo una oportunidad de reencontrarse con los ancestros y el legado maya, además de disfrutar de la mejor gastronomía tradicional.

Actualmente, Yaxunah está en boca del mundo por las más reciente temporada de Chef’s Table, serie de Netflix. Uno de los cuatro capítulos lo protagoniza la cocinera Rosalía Chay Chuc, originaria de la comunidad.

En un recorrido por Yaxunah, organizado por la Secretaría de Fomento Turístico de Yucatán (Sefotur), se pudo constatar los muchos atractivos que posee: desde vestigios arqueológicos, su cenote y otras maravillas naturales, hasta artesanías elaboradas con cuerno de toro y manjares preparados por cocineras mayas.

La primera parada fue la antigua ciudad maya, cuyas estructuras, arropadas por la selva, mantienen su esencia, esperando incluso la intervención de especialistas.

Antes de llegar a la zona arqueológica, uno siente una conexión: la milpa, sus diversos cultivos, sirven de anfitriones que dan la bienvenida a este majestuoso lugar. El sitio es custodiado por ejidatarios y campesinos locales, quienes dan mantenimiento al lugar y además sirven de guías para los turistas que llegan.

La zona arqueológica destaca por su arquitectura estilo Puuc, además de que está rodeada de selva; tiene templos de gran altura, un juego de pelota, y un sacbé (camino blanco) de 100 kilómetros que conecta la ciudad con Cobá, en Quintana Roo.

El Templo Mayor, cuya altura, según estimaciones de los pobladores, es de 75 metros, llama la atención pues no ha sido restaurado. La estructura está rodeada por árboles y su acceso es difícil; quienes se atreven a subirla deben pisar bien y atravesar varios obstáculos: piedras, ramas, humedad, pero al final se encontrarán con una recompensa visual: una hermosa vista del esplendor del lugar y un gran paisaje verde. Incluso en época de sequía se puede apreciar, a lo lejos, aunque no de forma detallada, la pirámide de Kukulkán, en  Chichén Itzá.

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Orlando Uicab Canul, comisario municipal de Yaxunah, explicó que según investigaciones de arqueólogos, una mujer de esta zona arqueológica se casó con un hombre de Uxmal y la pareja fue a vivir a esa ciudad; por eso hay una parte donde la arquitectura es muy similar a la de Uxmal.

La acrópolis de la zona, que pareciera ser devorada por los árboles, es de casi 30 metros. La selva misma brinda una experiencia única, un contacto directo con la naturaleza y el legado maya, visible en el juego de pelota y en miles de grecas muy similares a las de ciudades de estilo Puuc, como Uxmal o Kabah.

Mujeres mayas, más que cocineras

Las mujeres son pieza fundamental en la economía del pueblo, pues son cocineras, artesanas, guías turísticas, entre otras ocupaciones; pero sin duda lo que más las caracteriza es su arte culinario: consiguen sabores inigualables en platillos como la cochinita enterrada, los cuales no se encuentran en otros lugares o en algún puesto de Mérida.

Olga Tamay Canul, de 30 años, se considera a sí misma una promotora cultural, pues ofrece una experiencia a los visitantes. En su opinión, las mujeres no sólo brindan la mejor comida yucateca, sino que explican a los visitantes todo el procedimiento de elaboración, de dónde provienen los insumos que contiene cada platillo. No sólo es llegar a la mesa y degustar, sino que llevan a las personas a la milpa para ver cómo se siembra, cómo se cosecha.

Lo que más piden los visitantes es la famosa cochinita pibil, relleno negro y otros platillos tradicionales. Sin embargo, las mujeres de Yaxunah también se han adaptado a las nuevas formas de alimentación, pues  también cocinan para personas veganas o vegetarianas.

Por ejemplo, Olga explicó que para preparar el famoso pib, usan la pepita molida, ibes, hoja santa y en vez de usar manteca, masa con sal, acompañan los platillos con diversos complementos como el sikil pak, que no lleva nada de carne.

También ofrecen el pipián de frijol o de huevo, buscan la manera de adaptarse al gusto de los visitantes. “Nos gusta mucho que vengan los clientes, nos ponemos muy felices, nos gusta que prueben nuestras comidas”, afirmó.

Banco de semillas

En el pueblo es posible visitar el Banco de Semillas, un sitio coordinado principalmente por mujeres, donde se ejerce el intercambio de semillas criollas de maíz, calabaza, tomate, cilantro, rábano, frijol, entre otras que llaman la atención por su gama de colores.

Marina Ek Chi, presidente del lugar, explicó que lleva más de dos años trabajando en  el banco y precisó que  se trata de un proceso de intercambio. Las personas que tengan semillas producidas por ellas mismas en sus campos o traspatio, pueden venir e intercambiar con otras.

Si la persona no cuenta con semilla para intercambiar, se le puede dar algunas, pero  cuando ya tenga tiene que devolver la misma cantidad o más.

Además de esto, las mujeres comercializan sus productos en otros espacios o los mandan a Mérida.

Trabajo en cuerno de toro

Junto al Banco de Semillas se encuentra el taller de artesanías Túumben Mejay, (Nuevo trabajo), cuya materia prima es el cuerno de toro, con la cual crean piezas de joyería como  collares, aretes y pulseras para dama.

Alfredo Caamal Balam, representante del taller, indicó que ante el aumento de competencia en las artesanías de madera, decidieron innovar y buscar otros insumos y formas de crear modelos, por eso decidieron elegir los cuernos de toro, que normalmente se tiran. El taller está conformado por 12 personas, entre hombres y mujeres.

Reconoció que no cualquiera trabaja con el cuerno, porque es cansado, produce polvo, y el olor que emana al momento de calentarlo, pero es más resistente que la madera, no le entran bichos, no se rompe y aguanta golpes.

“Todos trabajaban la madera y hacíamos lo mismo, y para venderlo era un problema; por eso tuvimos que hacer un cambio y vender algo diferente”, indicó.

A unos metros del centro del pueblo también se encuentra el cenote Lol Há. Para ingresar se desciende  por unas escaleras que parecen conducir a las profundidades de la Tierra. Por el momento no es posible ingresar y tomar un refrescante baño, pues las lluvias de la tormenta Cristóbal dejaron sucio el ojo de agua; se espera que la naturaleza lo limpie para noviembre.

A un costado del cenote se encuentra el centro comunitario, donde hay una biblioteca que contiene materiales sobre la historia del lugar, así como un jardín botánico y una casa maya, y un parador turístico con todos los servicios.

Edición: Elsa Torres

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