Por Carlos del Castillo Tello
En un recorrido por las comunidades de Campeche tuve la oportunidad de conocer una variedad de pimiento picante ya no tan común en las mesas del Mayab.
Me encontraba en la comunidad de San Agustín Chunhuás, Campeche, amablemente fuimos invitados por una familia a comer. Mientras esperábamos que se sirviera un escabeche de pollo, buscaba entre una larga mesa algo que “picar”: ¿Joven a usted sí le gusta el chile?, miré a la amable mujer que me interrogaba, le agradecí por lo de “joven” (pasé por alto el posible doble sentido de su pregunta) y le comenté que no, que lo respetaba y que trataba de evitarlo. Apenada y entre risas mencionó que ese chile picaba tanto e incluso más que el habanero, llamó mi atención el plato de barro que estaba frente a mí, con el fondo lleno de sal y en ella se encontraban dos chiles habaneros y pequeños chiles parecidos a una bombita de esas que revientan los niños cada fin de año, la señora me comentó que ese era un chile silvestre hallado normalmente en el monte, conocido como maax’ik o chile max.
¿Este chilito?, le pregunté. Afirmando mi cuestionamiento, me relató que normalmente lo comen las aves como el xtakay o el cenzontle, y que ellos son los encargados de esparcir su semilla a todo el territorio de la Península de Yucatán: al comer el chile se lo llevan a la panza, mi papá me decía que dentro del estómago suavizan la semilla y al hacer sus necesidades, caen en la tierra y poco a poco van saliendo las matitas, aunque ya no se ven mucho, mencionó. Le agradecí a la señora su aviso sobre el “mashito” –como le dicen de cariño- y acerqué mi plato a un Brazo de Reina, mientras esperaba aquel delicioso escabeche que acompañé con una fresca agua de tamarindo.
Al redactar esta experiencia, decidí buscar un poco más de información sobre dicha variedad de pimiento y encontré que era hallado con gran frecuencia en los patios de las casas en Mérida y Campeche, pero con el crecimiento de la población y el cemento, se fueron acabando los sitios donde pudieran crecer, siendo encontrados únicamente en las comunidades alejadas de las grandes ciudades.
Y en efecto, su semilla es propagada por diversas aves, que se alimentan de ella y crece donde arroja sus heces fecales, jugando una parte muy importante sus jugos gástricos que hacen que la semilla sobreviva mientras la lluvia posibilita su crecimiento. E incluso se han realizado estudios con el objetivo de reproducir la planta en un ambiente controlado, con resultados poco positivos, ya que no se ha podido imitar el proceso digestivo del ave. Eso sí, si ya tienes una planta de chile max, en tu patio o maceta, puedes mantenerla con los cuidados adecuados por un periodo de tiempo.
El Maax’ik es muy cotizado en la cocina yucateca por su sabor, se pronuncia mash, (debido a que la x suena como sh) y es probable que su nombre se refiera a la palabra maya “maax” que significa aplastar, proceso por el cual pasa el chile antes de convertirse en una deliciosa salsa.
Y tú, ¿ya has probado el “mashito”? Ahora caigo en cuenta sobre aquella famosa frase: “chiquito pero picoso”.