Por Jorge Alanis Zamorano
Trabajar sin esperar
En algún momento tendremos que salir; salir adelante, regresar a trabajar con mucho menos riesgo, sin embargo, aunque la producción en el sector agropecuario no se detuvo, día a día se visualiza la afectación generada por la crisis sanitaria. Tenemos un problema que se devino desde fuera de su entorno, y que no obstante terminó siendo el declive de la economía mundial.
Pero, ¿cómo es que afecta al campo? Si bien es cierto que los suelos están llenos de vida, se requiere de insumos para hacerlos producir, mismos que han incrementado considerablemente sus precios.
Y es que la cantidad de bajas humanas que se han sufrido en las grandes urbes no se han registrado por igual en las zonas rurales, así que sería fácil pensar que la pandemia no afecta la producción agrícola, sin embargo, sí afecta a la falta de liquidez, principalmente en los pequeños productores, que los golpea cada día ya sea por la falta de mecanización, disponibilidad de mano de obra, los costos de los insumos, la falta de apoyo en la comercialización, etcétera. Asimismo, los grandes productores están sorteando cada vez más la escasez de mano de obra.
¿Dónde quedó la resiliencia del sector agropecuario ante las calamidades?
¡Ahí está! Presente en la vieja escuela de no esperanzarse, pues se cansaron de las promesas, esa vieja escuela que sabe que lo mejor es ponerse a trabajar. Y sí, los apoyos son muy necesarios, pero pareciera que están concentrados y agrupados solamente en algunos programas de transformación. ¿En qué acabará? Aún no se sabe, pero lo que es un hecho es que cada día es más difícil llevar un plato a la mesa y cada día se hace más caro trabajar los suelos.
Del programa Sembrando Vida, el cual se supone que busca la soberanía alimentaria, no se han visto resultados ni en la producción a granel ni en los mercados. ¿Dónde se reflejan?
La resiliencia del campo y de su gente está en la autosustentabilidad: desde que el sol aparece, se cosecha, se vende, y termina de regreso al ciclo agrícola.
La crisis que nos trajo el Covid-19 presenta la oportunidad para transformar la producción sostenible y resiliente a partir de las innovaciones tecnológicas, con la mirada en la producción orgánica a gran escala, donde las soluciones estén basadas en la naturaleza y no en químicos dañinos; pero sobre todo, se debe no solo transformar, sino mejorar el trabajo institucional de los tres niveles de gobierno, que más allá de solucionar, se limitan a tapar con parches problemas que al final, no se solucionan.