Por Francisco F. Gamboa
El pasado 10 de marzo, la Cámara de Diputados aprobó la Ley Federal para la Regulación del Cannabis. Esto no significa que ya entró en vigor, pues debe ser discutida nuevamente en el Senado debido a que la propuesta original sufrió algunas modificaciones, las cuales deben ser estudiadas y, de aprobarse, turnarse al presidente López Obrador para ahora sí, realizar su eventual promulgación en el Diario Oficial de la Federación.
Además de las regulaciones para despenalizar el autoconsumo, autocultivo y demás puntos relacionados con la salud pública, la Ley contempla otros asuntos importantes como lo son el uso de la planta para fines científicos, farmacéuticos, médicos, así como su comercialización.
Este último es el que principalmente le compete al sector rural, pues en la Ley se pone como eje el empoderamiento de grupos de campesinos, agricultores y comunidades con actividades correspondientes a la siembra, plantación, cultivo y cosecha del cáñamo, por lo que estos grupos serán prioridad en el otorgamiento de licencias.
Al respecto, éstas serían de cuatro tipos: de cultivo, de transformación, venta y exportación/importación. Las licencias relacionados con el aprovechamiento industrial del cannabis serían emitidas por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), lo que permitirá que la gente del campo pueda aprovechar el potencial de la industria, abriendo así nuevas oportunidades de desarrollo que ayudarán a la reactivación económica del país.
Y es que la producción del cáñamo es muy rentable debido a que las diversas partes de la planta pueden utilizarse en la producción a gran escala y entrar en el mercado con productos del día a día como papel, cosméticos, textiles y hasta plásticos hechos a partir de la fibra.
Además, las semillas contienen un alto valor nutrimental pues son ricos en proteínas, Omega 3, fibra, calcio y fósforo. Según informes de la Fundación CANNA, organización española que investiga y analiza tanto la planta como sus principios activos, alrededor del 50% del mercado correspondiente al aceite de cannabis se enfoca en la industria alimenticia con productos como pan, leche vegetal, galletas, helados, y más.
Sin duda, aunque el camino para tener una industria sólida es aún muy largo, es de celebrarse que por fin se estén dando los primeros paso para ‘sacarle jugo’ a un negocio que, en el clandestinaje, nos dejaba pérdidas más dolorosas que las económicas.