Los océanos están en riesgo. Los tres grandes problemas que los afectan son la contaminación de los mares, la sobrepesca y la destrucción de hábitat. Al poner en peligro nuestros océanos también estamos condenando a la humanidad. Por ello, se convierte en una obligación de los gobiernos, comunidad académica y científica, empresas, de las organizaciones civiles y de cualquier persona procurar su conservación.
Con esto en mente, del 9 al 23 de agosto, un grupo de 10 científicas y científicos mexicanos y estadounidenses, liderados por una mujer mexicana -que, si habláramos en términos deportivos, diríamos que todos son medalla de oro en sus distintas especialidades- realizarán una expedición sin precedentes en dos de los más complejos e importantes arrecifes del Golfo de México: el Parque Nacional Arrecife Alacranes y Bajos del Norte, este último con escasa exploración científica.
¿Qué sabemos de los arrecifes en México? En teoría, podemos saber mucho: que son el hogar del 25% de las especies marinas existentes en el océano -a pesar de que sólo cubren el 1% de los mares-; que son comunidades marinas con una enorme diversidad de especies de algas, invertebrados, peces, y que protegen las costas de la erosión y los embates de las olas.
Sin embargo, son mucho más que eso. Son ecosistemas fundamentales para la vida de los océanos, en la que se encuentran especies que no hay en otras partes y que son de interés pesquero, importantísimas para la región y el estado de Yucatán. En esta entidad, más de 4 mil familias dependen de la pesca de estas especies.
En los dos arrecifes que se visitarán se determinará la situación en la que se encuentran, verificarán los daños por la contaminación, la sobrepesca o el grado de destrucción que puedan tener. Este esfuerzo encabezado por Oceana, la mayor organización internacional dedicada exclusivamente a la protección de los océanos, y que dirijo en México, pondrá a nuestro país a la vanguardia en la producción científica, ya que los resultados que arroje dicha exploración serán inéditos.
Lo anterior se logrará gracias a la tecnología de punta que se empleará, como estudios de ADN ambiental de última generación, los cuales podrán determinar los tipos de especies que viven, frecuentan o han interactuado con el arrecife; se generarán mapas 3D que permitirán tener una imagen exacta de los arrecifes y de su estado de conservación, y se llevará un sonar que permitirá detectar el tipo de cardúmenes que coexisten en estos arrecifes, para establecer lo que sucede con los meros, huachinangos y otras especies que puedan habitar la zona, y así poder conocer su volumen y tipo de desplazamiento.
Durante años hemos pensado que los mares se protegen solos, se cuidan solos porque son inmensos. “Si son tan grandes, ¿qué les puede pasar?”, pensarán algunas personas. La realidad es que los océanos están en riesgo, y uno muy alto, por lo que esta expedición pretende contar una historia de esperanza, una historia de éxito, que busca una mayor protección de los ecosistemas marinos en México. Al término del viaje, con los resultados científicos en la mano, propondremos a las autoridades políticas públicas que contribuyan con la conservación de nuestros mares, de los que dependen la humanidad misma. Estamos a tiempo.
POR RENATA TERRAZAS. EL UNIVERSAL