Por Jorge Alanis Zamorano
Cansahcab alberga un espacio donde se conjugan los sueños del porvenir y también caben, sin duda, el conocimiento, la experiencia y una nueva generación deseosa por lograr el éxito.
Fui invitado a una pequeña finca donde su historia narra los tiempos del oro verde; ahí se trabajaba el henequén, sin embargo, cuando la actividad sucumbió en los años setenta tras decisiones de terceros, la acción en este lugar murió sin remedio.
La casa principal junto con los terrenos fue adquirida y transformada para la ganadería; no fue hasta el año 1985 cuando Armín Ayala recibe la finca y, al ser médico veterinario y experto en nutrición animal, retoma la actividad con animales de rancho. Él platica que finalmente opta por las cabras como principal ocupación, aunque también tiene cerdo pelón, patos, gallinas de libre pastoreo, y a veces cuenta con ganado bovino para complementar algunos gastos con la venta del mismo.
Dice que la actividad es noble y le permite conseguir, dada su experiencia, una mejora genética con mayor efectividad. Se requiere de menos inversión, así, obtiene subproductos que prometen y afirman un mercado que cada día gusta más por gozar de buenos sabores y calidad.
Contentos y persistentes
Ya son 30 años con la producción de cabras y agrega que ellas tienen un consumo variado, por lo que, de manera natural, se alimentan con la vegetación que abunda en la finca, siendo esto un excelente alimento.
El conocimiento adquirido durante este tiempo, con el apoyo de sus estudios, le ha permitido saber más sobre la especie, ha mejorado sus instalaciones y entrenado a sus trabajadores para el manejo y ordeña. De manera gradual, lograron procesar productos como leche pasteurizada, quesos, la venta de cabritos, birria salida de la cabra adulta, y durante los últimos 10 años, han sumado especies que se combinan en la granja con un enfoque ecológico y, por supuesto, económico.
En todo este tiempo han avanzado con firmeza, y aunque no fue un camino fácil, la persistencia les está brindando muy buenos frutos.
Lanzarse al mercado de oportunidades
Su esposa, Silvia Ceballos López, añade que cuando comenzaron a procesar los alimentos como los quesos de cabra, ellos mismos los consumían, los compartían con la familia y con sus amistades cercanas. Por supuesto que llegaron miles de ideas con respecto a los subproductos de las cabras, entre ellas, la comercialización después del “visto bueno” de lo que probaron. Así nace una familia de emprendedores, en la búsqueda de mercado y desplazamiento de lo que producen.
Por otra parte, el embalaje es un punto importante para captar la atención de los clientes, y evitar el aumento de costos para el precio final. Asimismo, tienen muy grabado el mensaje de que sus productos son 100% naturales: desde la capacitación hasta la certificación fue necesaria en esta historia, aumentando el empeño hacia lo que estaban haciendo. Lograron, hasta donde pude darme cuenta y porque he probado los productos, elaborar lo que el mercado solicita y quiere.
No utilizan químicos dañinos ni aditivos de conservación que aumentan artificialmente el tiempo de vida de los productos, y mantienen el uso reducido de plásticos en el embalaje. Con esto consiguen una producción directa y la planificación estratégica para que la mercancía se consuma lo antes posible.
Silvia agradece que durante los 10 años que llevan comercializando, sus clientes les han hecho toda clase de sugerencias, lo que les ha permitido avanzar con más confianza y certeza.
La diversificación de sus productos sugiere al cliente quedarse satisfecho y fiel a ellos: cuentan con 10 variedades de quesos de cabra, yogurt con sabores naturales, carne procesada, carne por piezas específicas, carne guisada al estilo de la finca San Juan (lista para calentar y consumir), carne de cerdo pelón, de gallina, huevos de pato y gallina.
Entra una nueva generación
Ximena Ayala Ceballos, hija de Silvia y Armín, se incorpora al proyecto por convicción. Crece con un padre que está en su casa criando diferentes especies, por lo que ha desarrollado un gusto por el campo, aprende en la granja y se involucra de lleno en el proyecto.
La tecnología con la que ha crecido le permite ingresar al mundo de las redes sociales, y con esta ventaja generacional, promueve la marca en las diferentes plataformas digitales. Hoy día, Ximena se encarga de administrarlas y los sábados apoya con la venta de productos en el mercado de Riqueza Local; también disfruta de investigar nuevas recetas, fomentar el consumo de los productos y, sobre todo, interactuar con los clientes para conocer sus gustos, inquietudes y grado de satisfacción de lo que compran.
De la mano del conocimiento que le transfirió su padre, Ximena tiene la idea de promover un producto dirigido para deportistas, y dado que los practica, quiere introducirse todavía más en el negocio para aprovechar el suero resultante de los quesos, el cual contiene un alto porcentaje de proteínas que el cuerpo de los atletas exige.
Actualmente estudia el bachillerato, pero cuenta con el historial familiar, la edad y las ganas para ser parte de esta nueva generación que aplica sus conocimientos en la producción, porque comprendió que el ámbito rural es, ¡un campo para invertir!