A pesar de su baja escala, la denominada ganadería orgánica tiene gran potencial para desarrollarse con producción de pastoreo; bajo un sistema silvopastoril cuya función sería la de reducir gases de efecto invernadero y brindar una carne magra, sin uso de fármacos, como el clembuterol. Es una alternativa limpia, regenerativa y productiva.
Pedro Parada Álvarez enarbola la tercera generación de una familia ganadera del norte de Veracruz, y es uno de los pioneros en desarrollar un sistema de producción orgánica con dichas características, que ha ido consolidando gracias a su convicción por una manera diferente de producir este alimento, cuidando la salud y el ecosistema.
Con más de dos décadas de experiencia, manifiesta que la ganadería orgánica y de pastoreo observa una buena expectativa de crecimiento, porque a diferencia de la convencional, criticada porque es contaminante y los animales emiten metano a la atmósfera, que es un gas de efecto invernadero; en el concepto orgánico o ganadería sustentable y ecológica de silvopastoreo, beneficiamos al medio ambiente al captar más carbono del que emitimos con el ganado, porque con la reforestación que hacemos generamos mucha vegetación, arvenses, arbustos, árboles, cercas vivas.
Además, agrega el fundador de Carnes Orgánicas La Rumorosa, con este sistema no contaminamos los suelos, al contrario agregamos materia orgánica y toda la fertilización que hacen los animales enriquecen el suelo, se va regenerando y hay más biodiversidad, aves que ayudan a un mejor control de plagas.
“La cadena alimentaria –subraya– se va recomponiendo. Con las prácticas convencionales los suelos se fueron volviendo estériles,sin microorganismos, sin vida; todo eso lo estamos revirtiendo, estamos haciendo una ganadería regenerativa, que es el plus que los nuevos consumidores están apreciando, además de ser orgánica certificada”.
Pedro Parada asegura que la ganadería orgánica de pastoreo también tiene ventajas sobre la convencional en cuanto a costos de producción –sobre todo ante el alza de insumos que se ha dado–.
Poco a poco dejamos de usar herbicidas, ya no usamos agroquímicos ni compramos alimentos para el ganado, porque el forraje, pastos y hierbas, nosotros lo producimos con nuestra tecnología de pastoreo”.
Tenemos ventajas, al no meter tantos insumos respecto a quienes finalizan en corral y dependen del costo de energía, necesitan maquinaria y están supeditados al alza de granos”.
En sus análisis el ganadero considera que en México estamos rezagados en producción de carne orgánica, que tuvo sus inicios en Europa y luego en Estados Unidos. Productores orgánicos en Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Colombia, nos llevan ventajas
“México ha dado el brinco y se esta distinguiendo como potencia ganadera en carne convencional; pero en carne orgánica o de pastoreo faltan todavía bastantes años”, subraya Parada, quien hoy encabeza un desarrollo ganadero orgánico donde se involucran 500 hectáreas y unas 400 cabezas de ganado, entre crías y engorda.
Un ganadero orgánico “no es profeta en su tierra”
La herencia de producir bajo libre pastoreo viene de su abuelo. En 2003, Pedro Parada obtiene la certificación de carne orgánica y abre su carnicería La Rumorosa, en Poza Rica Veracruz. Sin embargo, platica, al principio fue complicado comercializarla, no había mercado, la gente no tenía la cultura ni la información, no se apreciaba este alimento y era insignificante el porcentaje de consumidores que la aceptaban. No obstante que hacia difusión, repartía copias de artículos y trataba de “meter en la cabeza de los consumidores, sobre todo de amas de casa, las bondades de un producto orgánico”, estuvo a punto de cerrar su negocio porque no vendía lo suficiente para saldar sus gastos.
“Apenas vendía entre 5 y 10% como carne orgánica, lo demás lo vendía como convencional porque no encontraba el mercado” y “nadie te compraba animales sino llevaban clembuterol, porque así era más negocio para los comercializadores”, recuerda.
Un día llegó a su carnicería el doctor Manuel Ángel Gómez Cruz, investigador de la Universidad Autónoma Chapingo, quien lo invitó a dar una plática sobre su experiencia a la Red de consumidores orgánicos, quienes contrario a lo que ocurría en su terruño, se muestran muy interesado y le empiezan a demandar carne. “Nadie es profeta en su tierra”, dice irónico Parada Álvarez.
Al encontrar un nicho de mercado decide hacer otro intento. Empaca su carne en bolsas al alto vacío y compra equipo de frío para mantener en un buen estado la carne orgánica; luego hizo una etiqueta y registro su marca. Con los años ha ido creciendo la demanda, el nicho de mercado ha mejorado y cada vez hay más gente preocupada por la salud, por los alimentos que esta consumiendo, por el medio ambiente y el bienestar animal. Todo esto ha ayudado a mejorar el consumo; aun así en México todavía es reducido comparado con el mercado convencional, expresa el ganadero veracruzano.
Desde hace seis u ocho años vende toda su producción como orgánica en territorio nacional, porque para exportar no tiene volumen suficiente. La Ciudad de México y su área metropolitana es donde envía su carne, principalmente. Hoy está certificada por CERTIMEX.
El tipo de consumidor es diverso, expone Pedro Parada, quien reconoce que el poder adquisitivo, en general, en México no es muy alto y la carne es uno de los alimentos que tienen un precio elevado, sobretodo ahora con la inflación y la pandemia que hemos padecido, con lo cual los costos y precios han aumentado mucho. Cierto la carne orgánica tiene un plus, un margen adicional, un premio por las cualidades que lleva el producto; sin embargo, al competir con la oferta de algunos tipos de carne o cortes en el mercado o tiendas de autoservicios, encontramos carnes convencionales de mayor precio que las orgánicas.
Los clientes de la Rumorosa son familias consumidoras, pequeñas tiendas de productos orgánicos. Hay clientes, incluso, de bajo poder adquisitivo, quienes prefieren comprar carne orgánica porque dicen que invierten en sus salud y no gastarán en medicamentos en el futuro, cuenta Pedro Parada.
Por último, considera que las certificadoras orgánicas son grandes aliadas, aunque muchos productores puedan considerar que no son accesibles, pero son los costos que se tienen para llevar una buena supervisión, no cometer fraudes, revisar bien y hacer un trabajo profesional. Además, son revisadas por el Senasica (Servicio Nacional de Sanidad Inocuidad y Calidad Agroalimentaria) y empresas de Europa, Estados Unidos o Japón, que los acredita en países donde se exportan productos orgánicos mexicanos.
“Todo eso tiene costos y entre más seriedad se ponga es mejor y el consumidor nacional o extranjero tiene la certeza de que lo que esta comprando es un producto orgánico”, apunta.