¿Compromiso o promesas vacías?
Por Francisco F. Gamboa
El pasado 2 de junio se llevó a cabo la llamada “Fiesta de la democracia” en nuestro país, de la cual Claudia Sheinbaum Pardo, candidata de la alianza Sigamos Haciendo Historia (Morena, PT, PVEM), obtuvo una avasallante –y polémica- victoria.
Dicho triunfo, si bien es histórico en términos de ser la primera mujer en la silla presidencial, nos obliga a preguntarnos, ¿cuáles fueron sus propuestas en la materia que nos compete en esta revista? Es decir, el sector rural, tanto en el campo como en la costa; algo prudente pues, después de la cruda electoral, toca el momento de poner atención en las promesas, de analizar e, incluso, de cuestionar.
Y es que la reciente elección de Sheinbaum como presidenta de México ha despertado expectativas y escepticismo, especialmente en el sector rural como un área históricamente marginada. Aunque las propuestas presentadas parecen innovadoras y esperanzadoras, las experiencias pasadas nos obligan a mirar con cautela.
Soberanía alimentaria y productividad rural: ¿Un sueño realizable?
El compromiso de la Dra. Con la soberanía alimentaria y el apoyo a la productividad del campo, la pesca y la acuacultura es, a primera vista, crucial; sin embargo, lograr una soberanía real implica más que buenas intenciones, pues la dependencia de México en la importación de alimentos ha sido un problema persistente con orígenes incluso culturales, por lo que revertir esa tendencia requiere una planificación sustancial y meticulosa.
Por otro lado, la idea de eliminar intermediarios entre compradores y productores es muy atractiva en la teoría, pero en la práctica enfrenta grandes desafíos logísticos y estructurales, pues los intermediarios a pesar de todo son un enlace necesario en la compleja cadena de suministro. Así que, sin una infraestructura adecuada y un continuo apoyo, estos acuerdos podrían fracasar y dejar a los productores vulnerables.
Derechos agrarios, justicia y bienestar social: Un desafío permanente
El reconocimiento de los derechos agrarios de las mujeres es, indudablemente, un avance significativo; no obstante, también es innegable que la implementación real de estos derechos ha sido lenta y parcial ya que las mujeres se siguen enfrentando a barreras que van desde el acceso limitado a derechos y servicios básicos hasta la discriminación sistemática. Por ello, habrá que poner atención a los mecanismos claros de implementación y monitoreo.
Lo mismo en el caso de los pueblos indígenas, pues además sus problemas son complejos, multifacéticos y en ocasiones no suelen encontrar solución en un escritorio. La presidenta electa ha dicho que modificará el artículo segundo constitucional para reconocer a los pueblos originarios como sujetos de derecho, lo cual es una reforma positiva, pero insuficiente sin políticas complementarias que garanticen el acceso a recursos, educación y salud.
Y es que los programas para los grupos vulnerables son esenciales, pero deben ir más allá de las promesas, pues siempre están los temas de corrupción, la falta de fondos y la implementación deficiente de los recursos. En pocas palabras, se requiere de voluntad política sostenida y un compromiso genuino para erradicar esas resistencias estructurales y culturales.
Apoyos y cambio climático
Sheinbaum Pardo ha propuesto un cambio en el modelo de apoyos, con un enfoque en los pequeños y medianos productores, la cual, si bien a todas luces se aprecia muy bien, la implementación de esos programas suele ser desigual y plagada de corrupción, por lo que deberá estar acompañada de una fiscalización rigurosa y una transparencia total para evitar los desvíos de fondos que han caracterizado a proyectos similares en el pasado.
Las propuestas de incrementar la tecnificación del agua para riego y la expansión de programas de reciclaje de agua son necesarias en estos tiempos, por lo que esperamos que vengan con inversiones masivas y sobre todo con una gestión inteligente. Asimismo, sería conveniente que el programa Sembrando Vida fuera parte de un plan integral con medidas concretas para mitigar y adaptarse al cambio climático, algo que muchas veces queda relegado a segundo plano.
Las propuestas de Claudia Sheinbaum para el sector rural, aunque bien intencionadas y potencialmente transformadoras, deben ser recibidas con un saludable escepticismo. La historia de las políticas rurales de México está llena de promesas incumplidas y proyectos mal gestionados y, si bien las propuestas de la presidenta electa ofrecen una visión esperanzadora a futuro, su éxito dependerá de la voluntad política, la transparencia y la capacidad de implementación efectiva del nuevo gobierno.
Sólo el tiempo nos dirá si estas promesas se convertirán en realidades tangibles o si se sumarán a la lamentable larga lista de oportunidades perdidas.