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Agroindustria cervecera mexicana apuesta por insumos locales

El 73% de los insumos totales que requiere esta cadena productiva es de origen nacional, cifra superior en 31 puntos al porcentaje de 42.1% de la industria manufacturera e incluso mayor al de la economía en general, de 67.5%; incluso, en algunas de las proveedurías como la fabricación de envases se alcanza un contenido local aún más alto; la cadena de valor de la agroindustria cervecera es tan basta que impacta en 168 actividades económicas

El contenido nacional es un referente para dimensionar el impacto de la elaboración de cerveza en la economía mexicana. Para comenzar, la palabra agroindustria se refiere a las distintas actividades económicas que producen, industrializan y comercializan productos agrícolas y forestales. En el caso de la cerveza, su agroindustria comienza con el cultivo y cosecha de la cebada. Con esta se producirá la malta, el insumo esencial para hacer cerveza. De igual manera, se utilizan otros insumos, como el lúpulo, que son ingredientes necesarios para realizar esta bebida. Esto impulsa la demanda de productos agrícolas y apoya a los agricultores locales, creando un efecto positivo en la economía rural y en la seguridad alimentaria.

Además de insumos agrícolas, la producción de cerveza también requiere, por ejemplo, de envases de vidrio, envases metálicos y servicios como las agencias de publicidad. La cadena de valor de la agroindustria cervecera es tan basta que impacta en 168 actividades económicas: cuatro del sector primario, 65 del sector secundario y 99 del sector terciario. Cabe destacar que diez actividades son las que suministran 65% de los insumos que utiliza en sus procesos productivos. Entre éstas destaca la elaboración de malta, fabricación de envases y ampolletas de vidrio y la fabricación de envases metálicos de calibre ligero.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), este encadenamiento productivo permite a la agroindustria cervecera mexicana que 73% de los insumos totales que requiere sean de origen nacional, cifra superior en 31 puntos al porcentaje de 42.1% de la industria manufacturera e incluso mayor al de la economía en general, de 67.5 por ciento.

Si realizamos un desglose del contenido nacional por insumo, se destaca que algunos proveedores de esta agroindustria alcanzan un promedio de contenido nacional muy elevado. Por ejemplo, el contenido nacional en la elaboración de malta (a partir de cebada) es de 66.3%; en la fabricación de envases de vidrio se alcanza un alto contenido local del 97.4%; en la fabricación de envases metálicos (aluminio) es de 95.3% e incluso agencias de publicidad, con 99.8%, mismo porcentaje que también registra la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica. En el caso de la elaboración de féculas y otros almidones, el porcentaje de contenido nacional es de 50.2 por ciento. En contraparte, en el caso de la fabricación de cartón y cartoncillo a partir de pulpa, el 100% de su proveeduría es importado.

Consumo, eslabón final

El 97.3% de la producción total de la industria de la cerveza se destina principalmente a los consumidores finales (dentro de esta proporción, y de acuerdo con cifras del Inegi, el 70.2% se destina al consumo privado, 28% a la exportación y el resto a la variación de existencias).

Mientras que el 2.7% restante de la elaboración de esta bebida se destina a la demanda intermedia, es decir, aquellos establecimientos que ofrecen servicios, como restaurantes y bares.

Dentro de la demanda intermedia, sobresalen los Restaurantes con servicio de preparación de alimentos a la carta o de comida corrida con una participación de 39.2%; Servicios de preparación de alimentos en unidades móviles , con 12.4% del total de la demanda intermedia; Restaurantes de autoservicio, 12.1%; Restaurantes con servicio de preparación de tacos y tortas, 11.4%; Restaurantes con servicio de preparación de antojitos, 8.2%; Bares, cantinas, 6.8%; Restaurantes con servicio de preparación de mariscos, 5.4%; Centros nocturnos, discotecas, 2.4%; entre otros.

Fuente: El Economista

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