Facebook
Twitter

Al cuidado del manglar

Con la participación de vecinos de las comunidades costeras, investigadores locales desarrollan un exitoso programa para recuperar zonas destruidas del valioso ecosistema
En marzo pasado —por los mismos días en que hizo su aparición en el Estado el virus que tiene al mundo de rodillas—, universitarios de Florida recorrieron varios puntos del litoral yucateco para conocer un exitoso programa de rehabilitación de manglares que llevan a cabo investigadores locales con la participación de los habitantes de las comunidades.

Es el segundo año consecutivo que el Dr. Fernando Bretos, biólogo cubanoamericano dedicado al estudio y la conservación de las especies migratorias marinas y la restauración y la salud de los hábitats costeros, trae a sus estudiantes.

En Celestún fue su cicerone el Dr. Jorge Herrera Silveira, investigador del Cinvestav Mérida, quien tras guiar a los muchachos hasta el interior de ese mundo fascinante, les facilitó toda clase de explicaciones sobre el proyecto de restauración que tiene allí junto a su colega de la UNAM Dra. Claudia Teutli Hernández.

“Les hablé sobre lo que estamos haciendo en el tema de la remediación y les mostré cómo vamos. En Florida también tienen mucho manglar dañado que están restaurando, pero están interesados en nuestra estrategia porque no sólo es diferente, sino además es mucho más exitosa que la de ellos”, dice el Dr. Herrera.

Importancia invaluable

Los manglares poseen un enorme valor ecológico, cultural, estético y económico. En la Península, son el hábitat de numerosas especies de animales como el cocodrilo y el manatí; de aves acuáticas, como el flamenco rosa, el gaytán, el pelícano, la chocolatera, el ibis blanco y varias especies de garzas.

De igual forma, muchas especies de peces e invertebrados de valor comercial —langosta, camarón, pargo— tienen en los manglares sus zonas de cría.

Sin embargo, pese a los invaluables servicios ecosistémicos y económicos que brinda, este ecosistema ha sido devorado poco a poco por la urbanización, el descuido y la contaminación. En Yucatán, comenta el investigador hay unas 10,000 hectáreas destruidas.

En busca del remedio

Hace 12 años, el Dr. Herrera convirtió la recuperación de humedales en una causa personal. Dedicado al estudio de la ecología de manglar, se involucró en la restauración al ver tanta reforestación fracasada en sitios por donde pasaba recurrentemente. “Lo que sembraban no tardaba en morirse, lo intentaban al año siguiente y al siguiente, pero sucedía lo mismo una y otra vez…”.

Fue entonces que en sociedad con la Dra. Teutli decidieron ponerse a investigar por qué no funcionaban las reforestaciones y cómo podían contribuir en la recuperación de los manglares destruidos. Poco a poco encontraron la estrategia para hacer frente al problema.

La estrategia

Lo primero es tener un objetivo determinado y un sitio específico, lo que, generalmente, sale de reuniones con autoridades —Semarnat, Seduma, el municipio—, organizaciones no gubernamentales —como Dumac y Pronatura, que en ocasiones apoyan con recursos económicos— y gente de la comunidad, explica el investigador del Cinvestav. “En las juntas definimos el lugar, quiénes van a participar y con qué recursos contamos”.

El segundo paso es la caracterización del sitio donde el manglar está muerto y la evaluación, como punto de referencia, de un lugar sano. Se averigua entonces de qué murió el manglar, cuáles fueron las causas.

Tras analizar la información obtenida de la ecología forense, los investigadores proponen acciones dirigidas a reducir o eliminar lo que provocó la destrucción. Las tareas de remediación son ejecutadas por las propias comunidades —actualmente hay grupos organizados en Celestún, Sisal, Chelem, Dzilam y Río Lagartos, en Yucatán, y Sian Kaan, en Quintana Roo—, que reciben capacitación mediante talleres y charlas.

“Tenemos una estructura a la que llamamos ‘la organización de grupo’, que significa que todos los que están involucrados deben ejecutar su parte. Es lo que le da cohesión al equipo”, comenta.

Posteriormente se aplica un esquema de monitoreo de indicadores —de corto, largo y mediano plazo— para medir los avances del proyecto. “Y como parte de los esfuerzos aplicamos un plan de divulgación: tenemos una página de Facebook, publicamos artículos científicos, impartimos talleres y conferencias, vamos a los puertos, a escuelas primarias, secundarias y preparatorias a dar pláticas, llevamos a niños y estudiantes de licenciatura a los sitios de restauración”.

En la estrategia de los Dres. Herrera y Teutli es muy importante el papel de la investigación, pero no menos el involucramiento, el entusiasmo de las otras partes. “Tienen que estar el gobierno, las ONG, las comunidades. Gracias a esta participación multidisciplinaria la restauración ha logrado 100% de éxito, como está demostrado”.

Enseñanzas

Y eso es lo que los estudiantes de Estados Unidos vienen a conocer. Observan, atienden, escuchan las experiencias de los miembros de las comunidades, que en su mayoría son las esposas de los pescadores. Por ejemplo, cuenta el Dr. Herrera, en los manglares de Dzinitún conocieron cómo la recuperación del ecosistema se vuelve una acción sustentable, ya que los canales de agua son usados por la comunidad para ofrecer a los turistas paseos en kayaks.

“Les llamó la atención que con la restauración no solamente se obtiene un beneficio ecológico, ambiental, sino que hay una actividad económica asociada de la que un grupo de personas se ve beneficiado”.

Y el proyecto sigue. Los Dres. Herrera y Teutli tienen muchas ideas, interesantes propuestas que quieren implementar en los manglares rehabilitados.

Ciencia y sociedad

Gran parte del éxito de este programa se debe a que en él se cumple uno de los principales objetivos de la ciencia: ofrecer soluciones para los desafíos de la vida cotidiana. Según la Unesco, la ciencia “tiene un papel fundamental del cual se beneficia el conjunto de la sociedad: genera nuevos conocimientos, mejora la educación y aumenta nuestra calidad de vida”.

Ciertamente, dice el Dr. Herrera Silveira, “el programa de conservación y restauración de manglares tiene esas dos partes: primero, busca conocer las causas de la destrucción del manglar… esa es parte nuestra, de la academia. Y quienes ejecutan el proyecto son las comunidades, es aquí donde hacemos el ‘link’ entre ciencia y sociedad”.

La gente de las comunidades participa porque encuentra un beneficio palpable en la remediación del medio ambiente, ese carácter económico es lo que ahora se está buscando, prosigue. Años atrás era sólo restaurar: “¡qué bueno que los árboles ya están empezando a crecer y que ha regresado la fauna!, el objetivo de recuperar un ecosistema se ha logrado”. Ahora, la idea es que los servicios ambientales tengan varios objetivos, no sólo se trata de restaurar, sino conseguir que los sitios recuperados tengan un aprovechamiento sustentable.

Hoy la actividad característica, natural del aprovechamiento sustentable es el ecoturismo, dice. “Pero hay otros formas sustentables que estamos en vías de implementar, nada más que superemos esta contingencia y obtengamos los recursos”.

Uno es la producción de miel de manglar y otro es el avistamiento de aves, una variedad del ecoturismo que lo diversifica para que no se limite a recorrer el manglar en kayaks y bañarse en los manantiales…

“El avistamiento de aves tiene un enorme potencial económico porque hay muchos aficionados a la contemplación o al estudio de las aves silvestres y tenemos que aprovechar que cuando se restauran los ecosistemas, son de los primeros organismos que empiezan a regresar. Y eso podemos aprovecharlo”.

 

 

Fuente: Megamedia.

Facebook
Twitter

Deja un comentario

Diseño web por