El que no tiene identidad está perdido
El señor Pedro Castro Madera creció en el campo. Trabaja con sus reses, sus vacas, sus caballos. Su vida es un sinfín de actividades que lo acerca a su gente. Temprano llega para preguntarles lo que hace falta, se organiza y baja al pueblo. Ya casi amanecía cuando nos encontrarnos con él; camino hacia el rancho capturamos las primeras imágenes que nos daba el alba y en el inter, una despensa viajaba con nosotros en la caja de la camioneta. Don Pedro, apoya a sus muchachos adicional a su pago “No es mucho, pero ayuda para que no gasten su dinerito en alimento básico y lo utilicen en otras cosas también necesarias.”
Él representa el amor a su Estado, el respeto por su gente, el arraigo a su tierra.
“El que no tiene identidad está perdido… y el campo te la da”.
“Me levanto a las 5 de la mañana, me arreglo, desayuno y me voy al rancho. Tengo conocidos que llegan al campo, invierten y en poco tiempo se regresan a la ciudad, no aguantan el ritmo de aquí, dicen que es muy lento todo, que se aburren. No es otra cosa que estar tranquilo, no estás contra corriente, dejas que las cosas pasen naturalmente. No puedes pedir a las reses que den a luz en tres meses, o al maíz que salga antes. Mi hermano cambió del estrés citadino a la vida en el campo, y al igual que yo, su vida es distinta.”
Orgulloso portador del sombrero nos explica la diferencia entre “usar” y “portar”
No es lo mismo, puede ser un simple adorno en la cabeza como un accesorio o sinónimo de trabajo. El portarlo es orgullo de la actividad que tienes, es sinónimo de amar la tierra. Cuando ves a alguien con sombrero es igual a una persona que ama y vive el campo; es el distintivo de la gente que trabaja de sol a sol.
Los olores a leña, tierra húmeda, melaza, solo se respiran muy lejos de la ciudad.
Tuve la oportunidad de crecer en un rancho, ver el Tizimín rural de hace 40 años. Gente que pasaba con sus carretas vendiendo leche de cabra, quesos, huevo, etc. Sabíamos que ir al rancho era para quedarse unos días pues no había transporte como hoy, eso te involucraba en todas las actividades que se viven ahí… el montar a caballo (la mirada del señor Pedro Castro se pierde por un momento), esos olores… que sólo encuentras muy lejos de la ciudad. Sonido de aves, del ganado. Aprendes lo que sucede a tu alrededor y te haces amigo de todo. Pararte temprano y avanzar con el día en el campo es muy distinto a estar esperando los semáforos en la ciudad. Es respirar libertad.
Por: Jorge Alanis