ESTE EQUIPO MULTIDISCIPLINARIO ESTÁ VOLVIENDO A TRAER A LOS HONGOS PSICODÉLICOS AL CENTRO DE LA DISCUSIÓN CIENTÍFICA Y CREAR PROTOCOLOS TERAPÉUTICOS BASADOS EN PRINCIPIOS ANCESTRALES
Hace unos días, me preguntaba si los hongos mágicos ya eran legales en México, pues en redes sociales no es raro ver pequeñas empresas que proveen abiertamente microdosis de psilocbina y demás «dosis mágicas». Pero no, los hongos siguen siendo ilegales, aunque seguramente empiezan a ser tratados de manera distinta. En algunos lugares, sin embargo, como en Oregon, ya es posible ir al médico y recibir una terapia de psilocibina para tratar la depresión. Y, a la luz de la evidencia médica que se ha apilado en los últimos años, es difícil oponerse a que a sí sea.
México es uno de los países con mayor historia de uso y variedad de especies de hongos psicodélicos -si no es el que más-. El primer boom de la medicina psicodélica inició en buena medida luego de que investigadores, antropólogos y psicólogos como Gordon Wasson y Timothy Leary vinieron a México a participar en «veladas» en las Sierra de Oaxaca. De alguna manera es parte de un proceso de rearraigo y de apropiación de sus valores que México tomé un rol principal en este nueva ola más marcada en la que las «plantas sagradas» se han convertido ya en importantes medicinas terapéuticas.
En este sentido, un equipo multidisciplinario de científicos de instituciones de prestigio en México, incluyendo el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), y el Instituto de Medicina Intercultural Nierika, está sentando las bases para que México se una a la vanguardia global en el uso de psicodélicos como herramientas terapéuticas en la salud mental. Este grupo de investigadores, que incluye tanto psiquiatras y expertos clínicos, como personas que tienen experiencia «guiando» ceremonias psicodélicas, ha presentado una propuesta de ensayo clínico para administrar terapia asistida con psilocibina, el componente activo de ciertos hongos, a pacientes con depresión severa, marcando un potencial punto de inflexión en la investigación psicodélica que había quedado estancada desde los años 70.
El proyecto se apoya en estudios previos que demostraron que la psilocibina no causa neurotoxicidad en modelos animales, abriendo la puerta a ensayos clínicos en humanos. La investigación está encabezada por el Dr. Raúl Escamilla, subdirector de Consulta Externa del INPRF, quien expresa su visión de establecer una clínica de terapia asistida con psicodélicos que integre el conocimiento tradicional indígena sobre el uso de estos compuestos.
A pesar de los retos legales presentados por la clasificación actual de la psilocibina bajo la ley mexicana, que la considera de «escaso o nulo» valor terapéutico, los investigadores están motivados por la creciente evidencia científica global que muestra su efectividad en el tratamiento de varios trastornos mentales sin desarrollar dependencia.
El ensayo preclínico, llevado a cabo por la Dra. Eva González, investigó los efectos ansiolíticos y antidepresivos de la psilocibina en ratones, estableciendo un precedente importante para estudios futuros en seres humanos. Además, el equipo de investigación planea incorporar el conocimiento y prácticas de los pueblos indígenas mexicanos, quienes han mantenido el uso terapéutico de los hongos de psilocibina hasta la fecha, reconociendo así su importante contribución al campo de la medicina psicodélica.
La Dra. Romero, una bióloga encargada del laboratorio de micología de la Universidad Autónoma del Estado comentó a la revista Wired, que ha hecho un perfil extenso de este equipo, «Los hongos conectan. Debajo, en el subsuelo, los hongos tienen el micelio, que es una red que los conecta entre sí y con los árboles, es como un internet con el que se comunica la naturaleza. Pero los hongos también conectan a las personas”.
Este esfuerzo conjunto busca no solo reintroducir a México en la investigación psicodélica sino también posicionar al país como líder en el desarrollo de terapias innovadoras que respeten y valoren la medicina tradicional. La aportación de México sería no solo hacer ciencia psicodélica, sino hacerla de una manera que esté conectada con los valores y modos tradicionales que pueden ser importante para tener experiencias más profundas. La aprobación de este proyecto podría significar un cambio radical en el tratamiento de la salud mental en México y, potencialmente, en el mundo, desafiando las percepciones actuales y abriendo nuevas vías para el alivio de condiciones hasta ahora difíciles de tratar. Y de realizar esto esto podrían poner a México en el lugar donde se merece estar en términos de esta importante medicina -que lleva a la divinidad dentro, según el término que se usa, «enteógeno»- y que es parte esencial de la antigua cultura de México.
Fuente: Pijamasurf