Trabajo de equipo fraterno y empático
Por Jorge Alanis Zamorano
Pese a la contingencia que vivimos y a la cual estaremos atados por largo tiempo, el campo continúa abandonado por el Gobierno Federal. Ya desde el año pasado había recortado el presupuesto y el sector se mantuvo a la expectativa de ver los apoyos que podría recibir… nada llegó; para el 2020, la espera sucumbió ante un presupuesto no solo pobre, además con la desaparición de programas vitales.
La calamidad no se hizo esperar y un virus inundó el planeta llevándose no solo vidas humanas, además detuvo toda movilidad rompiendo así las cadenas de producción, distribución, y muchos sueños a su paso. Y aunque es imposible que el sector agropecuario se detenga debido a su naturaleza misma de alimentar, también llegó el no poder comercializar, afectando a miles de familias que viven al día, y en el encierro obligado no tienen qué comer.
Al principio, el desconcierto no dejó ver la magnitud de la necesidad pues todos estábamos ante algo desconocido, que no nos había tocado vivir. Sabemos qué hacer ante un huracán, un temblor, una inundación, y es cuando decenas de personas se organizan para remover escombros y reconstruir, pero no tenemos la experiencia de encerrarnos y no poder “hacer nada” más que esperar a que pase el peligro de algo que no destruyó, pero sí desmanteló una estructura económica y de trabajo diario.
Recalco: se tiene que comer, y tanto el peligro como los decesos ante el Covid-19 cada día aumentan su número… ¿qué es lo que se debe hacer?
Su servidor se acercó con líderes del sector y todos están de pie trabajando ante la sombra de la duda y la incertidumbre, más el reloj continúa su ritmo sin cansancio, el tiempo se viene encima. Vivimos aún esa falsa calma que a veces tiene el mar -así lo veo sin duda-. Adicional a la pandemia, la época de calor hizo su aparición y con ella la sequía y los incendios en los campos.
Son días de penumbra y dudas. Un presidente ensimismado en su propia realidad, otros temas se tratan, pero del campo prácticamente nada.
Aquí todos en su trinchera “pues ni modo se tiene que trabajar”, no podemos detener este asunto: las vacas comen, los borregos, los huertos siguen dando lo que ya se sembró, pero ¿qué hacemos? Algunos están esperando, se requiere organización, la gente comienza a desesperarse.
Las instituciones tienen funciones, un deber ser, una razón para lo que fueron creadas, y es entonces, el Estado de Yucatán, a través de la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder), con el MVZ Jorge André Díaz Loeza al frente, se coordina desde el principio de la emergencia con ganaderos cerrando filas y ocupando los pocos recursos que ya estaban destinados, apoyados con el gremio de toda la región. El equipo de trabajo, con sus directivos y todos en general, se dieron a la tarea de comenzar una labor intensa: hacer llegar todo tipo de recursos y apoyos que se tienen al sector agropecuario. El sector empresarial no se quedó atrás con donaciones de carne de puerco y pollo, incluso productores que se vieron afectados en sus ventas a Quintana Roo, por ejemplo, determinaron donar a gente necesitada lo que en manos tenían, y que según me compartió el titular de la Seder, fueron al menos 900 toneladas, con valor estimado a 30 millones de pesos, todo emanado localmente, sin apoyo federal.
Tareas realizadas con el espíritu de apoyar a los más que se pueda, pero brillando por su ausencia la máxima directriz nacional y un secretario federal llamado Víctor Manuel Villalobos Arámbula.
Son 105 municipios atendidos por la Seder aquí en Yucatán, desde donaciones de productores hasta los apoyos directos de autoridades estatales en especie o en dinero a través de cheques. Con técnicamente casi nada -económicamente hablando- pero sí con mucha determinación se ha logrado llegar a mucha gente.
¡Bien por los servidores públicos que están al frente respaldados también por los municipios y sus DIF locales! Apoyados e inspirados con el concepto, la idea que nos viene siempre en los momentos difíciles es la de apoyar al que más lo necesita, aún incluso con el riesgo a contagiarse. El MVZ Jorge André Díaz administra el gran recurso humano del que dispone, conjuntando y distribuyendo lo que llegaba y con lo que cuenta, siempre acompañando a su equipo de trabajo.
¡Y bien por la paciencia de la gente! Al final, estimado lector, el ejercicio como ya lo había mencionado en los programas de Rural MX en vivo a través de Radio YucatánFM.com.mx, esta pandemia nos dejará ver con quiénes contamos, saldrá a la luz el verdadero interés de cada uno, el verdadero “yo”. Es ahí donde –literalmente- unidos todos podremos salir adelante, y no esperar algo de alguien a quien claramente no le interesa el sector agropecuario, es un hecho.