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Cultivo de ostión en Río Lagartos. Las mujeres al pie del cañón.

Por Jorge Alanis Zamorano

En la búsqueda por restaurar los mares y mejorar la actividad de los pescadores locales, en las costas de Río Lagartos se está llevando a cabo un proyecto donde se están levantando granjas dedicadas al cultivo de ostión.

Fue en la unidad experimental con ostiones donde platiqué con tres mujeres que trabajan en estos cultivos y reciben con beneplácito las oportunidades que conlleva.

Jóvenes que se suman

Conversamos con Guadalupe de Jesús Perera Alcocer, quien con tan solo veinte años decidió unirse al proyecto familiar, de tal forma que pudiera obtener un enriquecimiento académico al conectar la actividad con conceptos relacionados a la mercadotecnia, licenciatura que Guadalupe se encuentra cursando.

Guadalupe considera que ahora es un buen momento para que los jóvenes apliquen en este tipo de proyectos lo que se aprende en las universidades, ya que se amplían las oportunidades de empleo y en general, se mejora la economía de la localidad.

Respecto a la participación de la mujer, considera: Es vital para romper con mitos y estereotipos que tanto han permanecido en el tiempo, y de paso, para cambiar la manera de pensar, tanto la nuestra como la de los demás.

Asimismo, el apoyar la actividad familiar ayuda no solamente a la economía, sino también a generar esos lazos que son necesarios para tener un negocio exitoso.

Guadalupe Perera

Legado familiar

Por su parte, Aurelia Perera Alcocer, 25 años, es Licenciada en Mercadotecnia y también colabora con la actividad familiar realizando diversas actividades como el lavado de cajas en donde se cultivan los ostiones, tomar las biometrías y adecuar el ambiente para que éstos puedan vivir tranquilamente y crezcan como se debe.

Las semillitas se implantan en las cajas y nosotros los ayudamos a crecer limpiándolos, que es lo que nos ayuda para que se mantengan vivos y fuertes; posteriormente se reproducen y así podemos cosecharlos para llevarlos al ámbito comercial, explica.

En este proyecto participan tanto pescadores como gente que viene de otras ramas, como el caso de Aurelia: Mi papá se dedica a la pesca desde siempre y con ello nos ha sacado adelante a todos, entonces él me invitó a participar y aquí estamos. Mi familia se encargó de inculcarme estas responsabilidades y hoy yo trato de enseñarle eso a mi hijo porque es una actividad noble y que sí nos va a dejar un legado.

Aurelia Perera

Desde el punto de vista mercadológico, subraya que ve un gran potencial en estos proyectos, ya que aunque pudiesen presentarse algunas complicaciones al momento de la producción, cuando se vende es a muy buenos precios. De igual manera, destaca el valor de la fuerza laboral de las mujeres en esta labor: Yo creo que debemos imponernos ante ideas que nos limitan y demostrar que podemos hacer las mismas cosas; no hace falta ser un varón para tener éxito en este ámbito.

Por último, Aurelia abre la invitación a los jóvenes universitarios para que busquen la forma en la cual poder ayudar a su comunidad a través de sus talentos adquiridos en las aulas: Hay muchas ventajas cuando se aplican los conocimientos en el lugar donde nacimos y crecimos, porque lo conocemos, sabemos cómo se comporta, y además es muy gratificante generar un cambio en tu comunidad.

Mano derecha

Para finalizar tocó el turno de platicar con doña Aurora Celis Marfil, quien junto a su esposo forman un equipo en el que por medio de la pesca (y otros sabores más dulces) salen adelante. Su apoyo va desde acompañarlo en la pesca, lavando, seleccionando y pesando el producto, hasta la promoción a través de las redes sociales.

Nos ayudamos mutuamente en todo, en lo laboral, en lo económico y en lo emocional; yo soy su mano derecha y él la mía, ambos tenemos problemas de salud que en ocasiones hacen que no podamos caminar, entonces entre los dos salimos adelante. Tenemos nuestros hijos pero no queremos truncar lo poco que ya estén logrando, sobre todo porque nosotros podemos trabajar, nos mantenemos juntos como nos lo prometimos cuando nos casamos y aquí andamos, luchando firmes día tras día, cuenta doña Aurora.

Aurora, de 53 años, además prepara una amplia gama de postres que van desde bolis hasta pasteles de diversos sabores, los cuales han servido de mucho alivio para el sustento familiar en tiempos difíciles: Al igual que con mis postres, me gusta que los productos del mar estén bien empaquetados, presentables, que se vean limpios, porque así me gusta que estén las cosas que yo compro, entonces tengo que pensar como clienta para darle buena mercancía a la gente.

Por esto, el matrimonio de 38 años encontró en el cultivo de ostión una gran oportunidad por muchos factores, empezando por lo costosa que era la inversión para salir a pescar, lo difícil que se volvía regresar con un buen botín a causa de la explotación de los mares, además de los riesgos que siempre hay al momento de salir a altamar.

¡Hay menos riesgo! La verdad prefiero que mi esposo esté acá que en el mar y además, esto de los ostiones es una oportunidad económica, me anima porque he notado su crecimiento, empezamos con poquito y ahora ya son bastantes las cajas que tenemos; siento que aquí hay un gran futuro para nosotros. Ha sido muy satisfactorio este proyecto, explica doña Aurelia.

En cuanto a la participación de la mujer en la actividad acuícola, nuestra entrevistada afirma que es algo que los une como matrimonio gracias a ese apoyo mutuo, para que en esos momentos en donde uno llegase a claudicar, sea la otra persona quien le motive a continuar en el camino.

Me gusta que los dos estemos involucrados en el cultivo del ostión porque ahora convivimos más, platicamos de nuestro futuro, de nuestra vejez, aquí estamos como dos compañeros, como dos viejitos solos que se quieren mucho, finaliza.

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