En Yucatán, tenemos más de 100 mil productores, la mayoría son hombres, más de 90 mil, el resto son mujeres.
La conmemoración hace honor a San Isidro Labrador, patrono de las mujeres y hombres que se dedican a la actividad agrícola, una labor difícil, que requiere vocación, pasión, salud y buena condición física, paciencia y algún conocimiento del comportamiento de la naturaleza, que se va especializando con el paso del tiempo dedicado a la actividad. Este mes de mayo, las y los agricultores están preparando los terrenos para sembrar maíz y hortalizas, pues en junio caen las primeras lluvias, cuyos cultivos se podrán cosechar en septiembre y octubre, alimentos que se esperan con ilusión para preparar los platillos del mes de noviembre en la temporada del Día de Muertos: el pib, el atole nuevo, el pibinal, el elote tierno, los atoles y tamales.
El campo requiere atención diaria, se limpia el terreno, se le da mantenimiento, se supervisa continuamente para detectar enfermedades en las plantas, infestaciones por insectos o presencia de depredadores; se siembra, se cosecha, se fumiga, se cuida la salud de los cultivos diariamente, lo que implica estar expuesto a las inclemencias del tiempo y realizar un fortísimo esfuerzo físico. Es fundamental la mano humana en la producción de alimentos y en el control de plagas y enfermedades para asegurar el abasto de alimentos que den sustento a los propios agricultores y a la población que finalmente recibe en sus mesas lo que ellos producen.