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Durazno, terciopelo que se deshace en la boca

El durazno o melocotón es inconfundible, pues no existe otro fruto con una piel aterciopelada y una pulpa suave y fresca que culmina en una semilla particular.

Perteneciente a la familia Rosaceae, los duraznos crecen en árboles de copa amplia y pequeño tamaño; es originario de China, donde su cultivo se practica desde hace miles de años.

Llegó a Persia a través de la ruta de la seda, donde se hizo popular entre los europeos, fue introducido a nuestro país durante la Conquista y durante tres siglos sólo fue cultivado en los jardines de las familias nobles.

Fue hasta 1927 que se comenzó a plantar con fines comerciales, lo que lo hizo estar al alcance de toda la población a través de los mercados nacionales.

Un árbol de durazno puede llegar a producir hasta mil 400 frutos, cuyo peso puede oscilar entre 31 y 304 gramos por unidad; al hueso le corresponden máximo 9 gramos.

El durazno crece mejor en zonas de clima seco, soleado; México tiene zonas ideales para su cultivo como Michoacán, que llega a alcanzar una producción en 2020 de 27 mil 922 toneladas.

Su textura inconfundible, aterciopelada que se deshace al morderla, dulce y a veces ácido, ha convertido al durazno en parte fundamental de la gastronomía mexicana. Lo podemos encontrar en mermeladas y almíbares para la realización de postres, solo o combinado para la elaboración de nieves y helados; en la dulcería, los artesanos lo cristalizan para venderlo en sus tradicionales canastas. También se usa en la elaboración de ensaladas y el tradicional relleno de los chiles en nogada.

Así es que no hay más, en este mes de agosto consume durazno, ya sea fresco o prepáralo a tu antojo, pero no te quedes sin disfrutarlo.

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