Con una fuerza inquebrantable, los cerdos salvajes están terminando con las praderas y bosques de Estados Unidos, así como las especies nativas que ahí habitan
En medio de un campo de pinos oscuros y neblina, un hombre se dispone a comprobar si sus trampas funcionan. En esta ocasión, no está apuntando a atrapar roedores pequeños: las ratas y ratones del campo se han vuelto una amenaza menor a comparación de los cerdos salvajes. De algo está seguro: la preservación de los cultivos y el ecosistema dependen de una matanza justificada.
Control de la población: una solución definitiva
Tony DeNicola tiene la convicción de que los cerdos están amenazando los ranchos y bosques de Carolina del Sur. Después de un esfuerzo colectivo orquestado bajo su tutela, se dispusieron trampas que pudieran volcar a los animales. Como a él, a los habitantes de la zona les gusta proteger sus campos de cultivo —y está dispuesto a usar sus mejores rifles contra quien atente contra ellos.
A pesar de vivir alejado de las grandes urbes, DeNicola es un ecologista egresado de Yale. Se ha ganado fama en Estados Unidos por desvanecer especies invasoras. Para esto, lidera una ONG que se encarga de “controlar la sobrepoblación” de especies en los parques nacionales. En este caso, tiene en la mira a los cerdos salvajes que están destruyendo la diversidad vegetal de Connecticut y las cercanías.
Los habitantes de la zona ya estaban desesperados ante un problema “aparentemente irresoluble”. La especie de cerdos que originaron esta situación son oriundos de Estados Unidos, y se extendieron con fuerza hacia Florida, Kansas, Texas y California y recientemente han estado luchando por entrar a Montana. Según los registros más recientes, hoy hay un aproximado de entre 6 y 9 millones de cerdos en libertad, causando estragos que cuestan millones anualmente al sector agrario del país.
Un contrincante pesado
Durante meses, los cerdos salvajes han destruido carreteras e infraestructura pública. Lo que verdaderamente alarma a la población de los estados afectados es la devastación absoluta de sus campos de cultivo, de donde obtienen sus ingresos más fuertes. De la misma manera, las riberas, praderas y bosques han sufrido estragos irremediables. Según DeNicola, “Los cerdos son como una bomba de neutrones en comparación con una bomba convencional”.
Por esta razón, los terratenientes no han dudado en sacar sus mejores armas para combatir la invasión de esta especie destructora. En algunos casos, se han organizado con cazadores deportivos y administradores de la vida silvestre para pensar en soluciones más definitivas, que eviten más daños. Una de las más efectivas entre ellas, sin duda, son trampas a control remoto y venenos ilegales. Incluso a pesar de esto, el cerdo ha persistido.
“Zombies ecológicos”
Los campos se han vuelto estériles. La población de los estados por donde ha pasado el cerdo salvaje está cada vez más tensa, sin saber a ciencia cierta cómo terminar con este problema de talla nacional. Hasta hoy, en Carolina del Sur los cerdos salvajes han inflingido alrededor de 115 millones de dólares en daños a las industrias agrícolas, según un estudio reciente de la Universidad de Clemson.
Como conservacionista, sin embargo, a DeNicola le inquieta más el impacto que esta especie está teniendo en la vida silvestre nativa. Están terminando con las crías de ciervo y salamandras amenazadas, así como ciertas aves escasas y tortugas marinas en peligro de extinción. En total, se estima que están relacionados con el declive de 22 especies de plantas y cuatro especies de anfibios. Por esto, el experto los ha llamado “zombies ecológicos“.