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El curioso caso de los Chuchitos, el ornato casi perdido de Yucatán

Por Ana Laura Preciado

Si no fuera por la familia Xeque, no sabría de la existencia de este fruto en forma de “salchipulpo”. Esta exótica fruta surge de una planta salvaje que crece sin necesidad de prestarle mucha atención: Arrojo las semillas a la tierra y la planta brota solita, me comenta la más grande de las nietas de Carlos; la lluvia ayuda también en el cometido.

Los chuchitos, también conocidos como chucho, chucha, o por su nombre científico: Solanum mammosum, es una fruta perteneciente a la familia de las solanáceas, que, a pesar de su atractiva apariencia, las personas no le encuentran una gran utilidad, o al menos así la describieron.

Una de las niñas me platicó que, para ella, su hermanita y sus primos, los chuchitos son parte de la colección de juguetes. Agregó que, algunas personas lo usan para ataviar el altar durante la temporada de Janal Pixán, o en su defecto, para adornar el nacimiento del niño Jesús que se coloca en navidad.

Al investigar más, encontré que muchos advierten que el fruto es tóxico; otros argumentan que las hojas sirven para la elaboración de brebajes curativos, pero la realidad es que el chuchito, acorde al dictamen de varias personas, no sirve para mucho; su funcionalidad radica en el mero entretenimiento u ornamento.

Esto puede ser debatible o no para algunos, pero la realidad es que luego de tener esta charla, no puedo dejar de pensar en el chucho como el ornato casi perdido de Yucatán.

Aunque estar en Rural MX me ha hecho peinar el estado de Yucatán, el encontrarme con estos frutos que simplemente “no sirven para mucho”, pero que, sin embargo, ahí siguen existiendo, desapercibidos, dice lo tanto que nos falta por conocer. Además, los chuchos cargan consigo una tradición ornamental que va de generación en generación y que, por su estrambótica forma y carácter casi intrascendente, nos parecieron muy interesantes.

La lección es: Para la próxima hay que prestar más atención; uno nunca sabe si en un altar en tributo a una ánima, en el árbol de navidad, o pendiendo del muro de una casa, puede estar colgando un chuchito.

Y tú ¿ya los has visto? Posiblemente si, pero tal como yo, no te habías dado cuenta.

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