Enemigo silencioso
Por José Luis Preciado
A la sombra de las cercas y bajo el sol de los potreros, la preocupación crece entre los productores ganaderos de todo México. El gusano barrenador, una amenaza erradicada hace décadas, ha vuelto a cruzar la frontera y ahora pone en riesgo la vida de los animales y la economía de los ranchos. Casos en distintos estados —incluidos Campeche y Quintana Roo— han encendido las alertas y, aunque en Yucatán aún no se reportan contagios, el llamado a la acción es urgente.
Para conocer el panorama actual, platicamos con la ingeniera Guadalupe Navarro Reyes, asesora ganadera con una amplia trayectoria en el acompañamiento técnico a productores. Su visión, entre la ciencia y el campo, nos ayuda a entender lo que está en juego y lo que debe hacerse de inmediato:
El ganadero está desesperado, advierte la ingeniera. Recibe información desde la frontera, del Gobierno Federal, del Gobierno Estatal, pero en su rancho, en su trinchera, no sabe cómo actuar. Nosotros estamos tratando de llegar a cada productor con la información correcta y útil.
El gusano barrenador —cuyo nombre técnico es Cochliomyia hominivorax— se desarrolla a partir de los huevecillos que la mosca deposita en heridas abiertas del animal. Ahí, en un entorno ideal, el ciclo de vida se completa rápidamente: larva, gusano, pupa, nueva mosca; el peligro radica en que una sola hembra puede poner hasta 500 huevos y, una vez dentro del animal, erradicar al parásito es una carrera contra el tiempo.
La prevención está en los detalles
La recomendación clave es prevenir: El problema inicia con detalles que el vaquero puede pasar por alto, como no curar el ombligo del becerro recién nacido; ahí va la mosca, oviposita, y 21 días después ya hay gusano, señala.
En Yucatán, por ahora, los casos no han llegado, sin embargo, hay reportes en los estados vecinos. Ante esta situación, el Gobierno Federal ha comenzado la liberación de moscas estériles, una técnica biológica para controlar a la población salvaje. A nivel de rancho, el trabajo no puede esperar: toda herida, por más pequeña que sea —ya sea por alambre de púas, descorne, garrapatas o accidentes menores— debe ser atendida.
Tenemos que pedirle al ganadero que no se le pase nada. Cualquier herida puede ser la puerta de entrada. Incluso los humanos en el campo deben tener cuidado, enfatiza Guadalupe.
Los tratamientos inmediatos incluyen productos como Negazun, Ivermectinas y los clásicos cicatrizantes “azules”. Pero lo esencial, dice la Ing. Navarro, es fortalecer el sistema sanitario de cada rancho: vacunación, prevención, limpieza y atención diaria.
Ejemplo de excelencia… en riesgo
Una preocupación adicional es el debilitamiento de las políticas de control en frontera: Yucatán tenía un estatus sanitario envidiable, recuerda. Era un estado modelo en cuanto al control de acceso de animales y productos pecuarios, pero esa vigilancia se relajó.
Y es que el ganadero yucateco no improvisa, sino que apuesta por genética de alto valor, inseminación artificial y transferencia de embriones: Aquí el productor quiere hacer bien las cosas y eso ha dado frutos: nuestros animales destacan en exposiciones y ferias, pero si no cuidamos el origen, todo se puede venir abajo, subraya.
A quien más afectaría una crisis sanitaria como esta es al pequeño productor, ese que tiene 15 o 20 vacas y que trabajó todo el año para lograr que estén gestantes; si pierde una vaca, pierde su inversión, su ingreso. Y hoy por hoy, el hato está muy reducido, pues no hay novillonas ni vientres suficientes.
Y aquí viene una reflexión clave: el verdadero valor no está en el becerro, sino en la vaca: Ella es la que produce cada año. Es la alcancía del productor. Si la pierde, pierde su futuro, confirma Guadalupe.
Para proteger este eslabón, Guadalupe insiste en la necesidad de mayor difusión, más apoyo y, sobre todo, más extensionismo. Esa figura tan necesaria —el técnico que acompaña al productor día a día— ha desaparecido: Antes el técnico vivía en el campo. Hoy te contratan por sólo tres meses cuando un ciclo ganadero dura mínimo dos años, no hay continuidad y eso es peligroso. Necesitamos regresar al campo, regresar al productor.
La ingeniera actualmente colabora con Impulsora Agroquímica del Sureste, una empresa que apuesta por mejorar la producción ganadera con soluciones tecnológicas y orgánicas. Analizan forrajes, mejoran suelos, ofrecen asesoría directa y promueven productos que respetan el medio ambiente.
La soberanía alimentaria, concluye, se construye desde el campo: Somos la cadena primaria. Si no cuidamos la producción pecuaria, ¿qué vamos a comer? Tenemos buenas tierras, buen ganado, pastos mejorados, pero hay muchos productores que quieren trabajar y no tienen recursos ni acompañamiento.