Granjas Kaki
Don Alvar Esquivel Iglesias, -Director General- es hijo de la cultura del esfuerzo. Al salir del Tecnológico de Mérida en la carrera de agropecuarias, tenía la opción de irse a trabajar en los programas del gobierno, sin embargo, optó por el camino más difícil, labrarse su propio destino, aplicar lo aprendido y emprender directamente en el campo, no faltó quien le dijera que estaba loco, que siendo un burócrata del campo tenía un sueldo seguro y quizás algo mejor. Allá por 1972, así comenzó la historia de Granjas Kaki. Rural Mx platicó con Don Alvar y queremos compartir esta historia de esfuerzo que no ha parado de conquistar mercados, de inspirar a otros y, sobre todo, de estar en el lugar más sagrado de la casa; la cocina.
¿Cómo nace este sueño que poco a poco se ha convertido en una realidad mucho más grande?
Comenzamos el negocio de la avicultura en el año de 1972 con una pequeña granjita de 300 aves; yo estudié agropecuaria en el tecnológico, no me coloqué en el sector público y me dediqué a trabajar el campo porque era mi vocación. De ahí fuimos aumentando paulatinamente y de 300 aumentamos a 600, 1200 y así los múltiplos se fueron dando. También he incursionado en la ganadería bovina y porcina.
¿El huevo, producto básico en todos los hogares?
Así es. Nos dedicamos a un producto que tiene la ventaja de ser el comestible más accesible a la gente; por su costo, por su calidad, porque viene en su envase natural y hermético: que es la cáscara y, sobre todo por la preferencia de la gente; eso es lo que nos fue empujando aunque la actividad ha sido muy difícil en el paso del tiempo como ciclones y todo lo que hemos vivido aquí en Yucatán poniéndonos pruebas demasiado complicadas. Afortunadamente siempre hemos perseverado y ahora somos de las empresas avícolas realmente yucatecas que se han quedado, entre las pocas que no se han vendido. Esto nos da mucho gusto y nos impulsa a continuar, porque además nosotros establecimos las granjas en lo que fue la zona henequenera.
Lo más importante, las personas
¿Con cuántos trabajadores comenzaron y cuántos tienen ahora?
Comenzamos con uno, ahora damos 500 en empleos fijos, no hemos cuantificado cuántos son los indirectos, los generados alrededor de esta industria, pero sí es mucha la gente beneficiada por nuestra empresa. Desde luego, en un principio nos costó que la gente de la zona henequenera se acostumbrara a los horarios, que las aves requieren atención día a día, los 365 días del año, incluyendo Navidad, Año Nuevo, etc. No obstante, eso con el paso del tiempo se arregló.
¿Y respecto al desarrollo de su personal?
Actualmente, los trabajadores son nuestro activo más valioso, nos proporciona toda esa mano de obra, que aún con equipos automáticos, se requiere de supervisión. Además, nuestro personal tiene la facilidad de aprender y mejorar, a través de nuestro esquema de superación. La gente que maneja automatizadas gana más que los que manejan manuales. Estamos al 70% de automatización, queda el 30% pendiente, pero estamos en ello. Es un programa de trabajo que avanza poco a poco. Preparar a la gente, eso es importante, que sepan que hay trabajo y estamos para eso, para proporcionarlo. Actualmente estamos buscando la manera de solucionar un problema. Antes tenían caja de ahorros pero con eso de la cuestión fiscal… hay que tratar de que nuestros trabajadores ganen. Ellos ahorraban y con los intereses ganaban un poco más, pero eso se acabó. Hay que buscar la manera de compensarlos. Tienen unos premios por producción, es decir, les informamos lo que debe ser en cantidad, pero si se pasa, pues uno es tuyo y el otro es mío en los siguientes y, así vamos…
¿Cuenta con el apoyo de la familia para el avance de Granjas Kaki?
La verdad es que sí, nos hemos integrado con el paso del tiempo. Mi hijo más pequeño está en la administración, mi hija la más grande es la gerente de ventas, en general todos estamos dentro de la empresa.
¿Qué hace fuerte a Granjas Kaki?
Tener un buen equipo de gente, productos de primera, atención directa a nuestros clientes, estar cerca de ellos. Siempre cuidamos los detalles. Actualmente hacemos la entrega directa de nuestros productos, para tal efecto contamos con una flotilla que ha ido creciendo a la par que la empresa, así atendemos a nuestros clientes, incluso los de Tabasco y Chiapas, en tiempo y forma. El consumidor es de diario, para nosotros es gente especial, nuestro cliente final que requiere ser atendido de manera formal. Para ser accesibles a toda clase de bolsillo ya empacamos nuestros huevos, incluyendo presentaciones con nueve o doce unidades. Asimismo, en cuanto a calidad del producto y la sanidad en su producción, contamos con todo el sistema de bioseguridad al grado de estar bardeando nuestros terrenos, adecuando lo necesario para crear los cercos sanitarios.
Lo importante es estar inmersos en la empresa…
Desde luego, estar al tanto de todo, dar lo que tienes a la mano de manera directa, porque lo viste y lo hiciste, o si no te lo va a decir alguien según su interpretación y no es confiable, por lo tanto tu interpretación al final no es la mejor al no atenderla directamente; se pierde el piso en la dirección.
¿Y cómo es un día a día en las granjas?
En lo personal me he alejado un poco del campo. Básicamente estoy saliendo de esto gracias a que mis hijos me han ido apoyando, aunque sigo en algunas cosas, pero un día allá en el campo es levantarse a las cinco y media y a las siete ya estar en la granja, muchas veces llego antes de que entren los empleados y eso les da cierta confianza, conozco a todos y ellos me conocen. Sé en muchos casos sus problemas.
Esta es la primera parte de una interesante, provechosa y positiva entrevista a un hombre que allá en los años 70 inició una modesta empresa, trabajando en lo que realmente le gusta –el campo –. Su avance ha sido paso a paso, primero con 300 aves y hoy con un millón. Orgulloso de su familia, su gente y su trabajo.
Por: José Luis Preciado