En esta localidad de San Juan del Río, agricultores se dedican a su producción en invernaderos o a cielo abierto; aseguran que el negocio es rentable, pues permite un amplio margen de ganancia
“Las rosas con nosotros los productores son baratas, por lo que el margen de ganancia para quienes compran para revender en florerías, mercados o en la calle es muy amplio, pues como mínimo se le gana el doble”, dice Ismael Martínez.
La familia Martínez, hermanos de Ismael, tiene un invernadero donde producen rosas, actividad a la cual se dedican la mayoría de los habitantes de El Organal, comunidad de San Juan del Río que se encuentra a escasos seis kilómetros de la autopista México–Querétaro.
En el estado de Querétaro es ampliamente conocido El Organal, donde prevalece la vida campirana. Sus habitantes, principalmente los hombres, se esfuerzan por acariciar con cariño a estas flores, pese a que sus manos se ven sensiblemente maltratadas por las arduas jornadas de trabajo a las que se enfrentan como agricultores.
Desde que se llega a El Organal, se observa a decenas de productores trabajando en invernaderos de alta tecnología, que cuentan con sistemas de riego por goteo, cuartos de empaque, así como áreas de frío para el almacenamiento de las flores. Así es este negocio.
Ismael, hombre de tez morena, que todos los días lleva gorra para protegerse del sol en el trabajo, está al mando del invernadero, el negocio familiar.
A El Organal se le conoce en Querétaro como la casa de la rosa, debido a que hasta ahí llegan a surtirse miles de personas, que se dedican a la venta al mayoreo y menudeo de esta flor de gran demanda en el mercado.
En el invernadero de Ismael se observan las tradicionales rosas en color rojo o rosa, pero también hay amarillas, blancas, ambos colores con mucha demanda. Asimismo se pueden encontrar colores poco comunes como verde, azul, morado y hasta café claro.
“Muchas veces viene el cliente y nos dice: ‘Quiero rojas porque representan el amor’, aunque hay gente que nos dice: ‘A mi mamá no le gustaban las rojas, por eso dame amarillas’ o ‘a mi novia no le gustan las rojas’. La variedad de los clientes es muy diversa, cada quien tiene su preferida”, explica.
En otoño les piden más las rosas, las de colores más ocre o pastel, aunque en invierno la clientela solicita más las rojas y las blancas; en primavera, demandan más las de color amarillo, rosa y blanco. “Las estaciones del año marcan la demanda de la rosa”, comenta.
Explica que también por moda va cambiando el tipo de rosa que producen. “Por ejemplo, anteriormente la tradición era que en una boda los novios pedían rosas blancas. Últimamente la tendencia es distinta, hoy para las bodas usan rosas multicolores. Al cliente se le da lo que pide y como productores debemos estar a la vanguardia. Cada año salen variedades nuevas en tonalidades, formas y tamaños”.
En El Organal también se trabaja la tierra en otro tipo de cultivos, pero son pocos los que siembran maíz y sorgo. “Últimamente hemos visto que se ha empezado con el girasol, pero la flor que la rifa aquí es la rosa”.
Alrededor de 90% de los 180 productores de El Organal tienen centros de producción en invernaderos, a través de los cuales controlan las plagas y temperaturas, lo que les permite tener producción todo el año, incluido el invierno. “Son 100 hectáreas donde se genera rosa por medio de invernaderos”.
Hay pocos productores que realizan la siembra de rosas a cielo abierto, lo cuales cuentan con menor capital.
Mientras plática con EL UNIVERSAL Querétaro, Isamel mantiene la mirada fija en uno de los cientos de rosales de su centro de producción, donde las nuevas flores que están listas para ser cortadas y trasladadas a un espacio de refrigeración donde se conservarán a muy baja temperatura, antes de ser transportadas a florerías, mercados y puestos en vía pública, para llegar al consumidor final.
Durante muchos años en El Organal, refiere, se atendía básicamente el mercado local Querétaro, pero desde que aparecieron “con mucha fuerza las redes sociales y otras herramientas digitales se nos abrieron otros mercados de El Bajío, lo que nos permite abastecer a Irapuato, Celaya, León, Aguascalientes, Guadalajara, aunque hay productores que ya están vendiendo en estados como Nuevo León y Tamaulipas”.
Ganancia garantizada
En una hectárea de invernadero, explica, se producen a la semana alrededor de 200 gruesas, como se le se le conoce entre los floricultores al paquete de rosas. Cada gruesa tiene 144 flores.
“Nosotros así vendemos el producto así, como una gruesa, que también son 12 docenas de rosas. La gruesa es el empaquetado y así la vendemos. En promedio producimos 36 mil rosas por semana”, abunda.
El negocio, asegura, es rentable. “El precio es de 200 pesos la gruesa, lo que nos da un promedio de 20 pesos por docena, y los vendedores de calle la dan en 40 pesos; es decir le ganan el doble, aunque algunos todavía le sacan más debido a que compran rosa de baja calidad en otros centros de producción que vale 100 pesos la gruesa”.
Explica que la utilidad es mayor para quienes revenden el producto en una florería, ya que la docena la dan entre 60 y 100 pesos, pero quienes trabajan arreglos florales tienen mucha más ganancia. “Por eso decimos que hay margen de ganancia en la reventa de la flor, pues las rosas con nosotros los productores son baratas”.
Al cliente, enfatiza, se le garantizan flores frescas, de corte del día. “Por ejemplo, se corta el día lunes y también se empaquetan e hidratan para que el miércoles se las lleve el cliente y a partir de que llegan al punto de venta, yo les doy de vida al menos cinco días en anaquel y a su vez, con el cliente tiene otros cinco días de vida la flor”.
“Es promedio como mínimo son 12 días y máximo 20 desde que yo la corto hasta que muere. Además, hay quienes ya en casa le cambian el agua a la flor, le ponen una aspirina, lo que lleva a que la rosa les dure hasta ocho días más en el florero”.
Ismael relata con satisfacción que todo el año venden, pero las tres mejores fechas para ellos como productores son el 14 de febrero, el Día de las Madres y el 12 de diciembre. “Esos días son muy buenos para nuestro producto y por eso producimos más en esas festividades”.
POR FRANCISCO FLORES. EL UNIVERSAL.