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Flores del Mayab

Dominando el arte de la escaramuza

Por María Isabel Juárez

En el lienzo charro Los Laureles, donde los rayos del sol acarician la tierra con firmeza y el polvo se levanta con cada trote de caballo, florece un equipo de mujeres decididas, valientes y apasionadas: las Flores del Mayab. Son ocho escaramuzas que, a fuerza de disciplina, empatía y trabajo en equipo, han conquistado en solamente tres años lo que a muchos equipos les ha tomado décadas.

Capitaneadas por Rocío Bustillos —conocida con cariño como Tía Rous—, este grupo no sólo representa el espíritu charro de México, sino también el empoderamiento femenino en una de las disciplinas más complejas, artísticas y exigentes del deporte nacional: la escaramuza.

Tenemos tres años como equipo y como capitana tengo los mismos tres. Es increíble ver cómo hemos crecido tan rápido, lo que a muchos les toma 15 o 20 años, nosotras lo hemos logrado en este corto tiempo, explica Rocío con la voz firme de quien ha sabido conducir su grupo con convicción.

La idea de formar un nuevo equipo surgió de la necesidad de crear un espacio donde el respeto y la amistad fueran la base: Antes estuvimos en otros equipos y había cosas que no nos gustaban, entonces decidimos hacer el nuestro. Aquí nos queremos y nos respetamos mucho, eso ha sido clave, agrega.

El grupo, aunque ha cambiado de integrantes con el tiempo, mantiene un núcleo sólido de escaramuzas que llevan juntas más de dos años. Incluso hay quienes se han formado desde cero bajo la guía de Rocío, como Valentina Sánchez y su mamá Sofía Rodríguez, quienes iniciaron al mismo tiempo, enfrentando juntas la curva de aprendizaje.

Aprender del miedo, montarlo y galopar

Montar a caballo es, por sí mismo, un arte. Pero hacerlo en formación, ejecutando rutinas sincronizadas a gran velocidad y con falda larga, requiere de una combinación de confianza, técnica, fuerza y, por supuesto, coraje. Lo saben bien Valentina y también Abigaíl Zapata, quienes encontraron en la escaramuza un espacio de crecimiento personal, y de transformación a partir de la responsabilidad y organización.

Mi papá me llevó a conocer este mundo, pero fue Tía Rous quien me invitó al equipo. Al principio cuesta coordinarte con tu espejo, ver qué hace tu compañera al frente y replicarlo con precisión, pero con práctica se logra; considero que lo que al principio parece más complicado, conforme entrenas y te dedicas, lo dominas, dice Abigaíl.

Valentina, por su parte, resalta la capacidad de organización que ha desarrollado: Después de mis deberes escolares, la escaramuza es una parte fundamental de mi vida. Me ha enseñado a ser más organizada. Cada una de nosotras tiene una responsabilidad, y si una falla, afecta al grupo.

Caballos, familia y disciplina

Uno de los aspectos que más se destaca de Flores del Mayab es su entorno emocional. El grupo es más que un equipo deportivo: es una familia. Este es un lugar seguro para todas; nos hemos convertido en una segunda familia y eso se refleja en el ruedo, afirma Rocío.

Pero llegar a ese nivel de sincronía emocional no es casualidad. Detrás del espectáculo que vemos en una competencia, existe una red de apoyo profesional que guía a estas jóvenes en cuerpo, mente y espíritu, con coaches especializados para cada área: Guillermo Limón, uno de los mejores del país, diseña las rutinas; Andrea Godoy, reconocida en Mérida, las entrena localmente; Liliana Treviño, campeona nacional, las prepara en el manejo emocional; y Carlos García se encarga de enseñarles a entender y dominar al caballo.

Hay gente que no lo ve, pero detrás de nosotras hay un equipo técnico impresionante. No estaríamos donde estamos sin ellos, comenta Rocío.

Y es que la vida de una escaramuza no se limita a los fines de semana o a presentaciones públicas. Es una rutina rigurosa de entrenamiento, madrugadas, ensayos y preparación mental: A veces entrenamos de madrugada, especialmente antes de competencias. Sí es un reto, es difícil, pero cuando ves el resultado, entiendes que todo valió la pena, comenta Abigaíl.

Sofi, por su parte y quien se nota en su mirada cómo le enorgullece esta actividad, resalta cómo este deporte las ha empoderado: Estar sobre el caballo y saber que lo dominas es una sensación poderosa. Este deporte es muy bonito que te permite conectar con tu caballo, transmitirse emociones y termina por transformarte. Aunado al trabajo como unidad, si no hay una relación sana en el grupo, se nota de inmediato en la rutina.

Como todo en Flores del Mayab, las decisiones sobre los trajes y la música que acompañan sus rutinas también son colectivas: Una de nuestras compañeras, Maritoña, es diseñadora y se encarga de los vestidos. Todas participamos en elegir los colores, los bordados, las flores… igual con la música, si a una le gusta una canción, la comparte y si la mayoría aprueba, la usamos, cuenta Rocío.

Este nivel de horizontalidad en las decisiones fortalece al grupo. En palabras de Valentina: Somos un equipo. Aquí todas contamos.

Montar cruzadas, montar hermanadas

En la escaramuza se monta a mujeriegas —es decir, con ambas piernas del mismo lado—, lo que implica un nivel técnico más complejo que montar de forma tradicional: No tenemos una pierna de apoyo, entonces el dominio del caballo debe ser absoluto; hay que saber dónde pegar con la vara, cómo usar la pierna que tienes, cómo dirigir al equino. Todo eso requiere entrenamiento y concentración y además de la técnica, está la confianza mutua. Pero no podemos arriesgarnos a caer, lastimarnos o dañar a alguien, somos uno con el caballo y debemos estar concentradas. Incluso el caballo refleja el carácter de cada una de nosotras, me comparte Rocío.

Las suertes, son el principal reto para la dama charra, por ejemplo, para mí la punta; se hace la rutina viene la punta, que implica controlar el caballo a velocidad para detenerse al centro, las distancias, la estética, el estilo de montar, es mucha adrenalina y sólo resta entrenar, comenta Abigaíl.  

Esa armonía es, tal vez, el secreto mejor guardado del éxito de Flores del Mayab.

Representa toda una enseñanza, fuerza física, mental con su respectiva preparación emocional, psicológica, para evolucionar en la vida diaria, desde pequeñas nos enseñaron a crecer con disciplina, sacrificios, no desvelos, buena alimentación, a donde nos llevan, nos dirigimos con gran responsabilidad, opina Andrea, quien también reconoce que el esfuerzo y compromiso de los padres es elemental, por guiarlas hacia esos éxitos, es un logro compartido.

Cuando se les pregunta cómo se ven en un año, todas coinciden en que esto apenas comienza con mucho potencial y ven un futuro prometedor. Recientemente ganaron en Progreso el Torneo Monarca que implicó dos días de competencia, logrando desbancar del primer lugar a un equipo que trae gran trayectoria, el cual ahora quedó relevado por las campeonas Flores del Mayab. 

Actualmente se preparan para la competencia estatal, para este grupo de damas escaramuzas donde converge la experiencia y juventud, montar no es sólo una actividad deportiva, es una manera de decirle al mundo que su arte es una expresión de identidad y pasión.

Integrantes de Flores del Mayab:

  • Rocío Bustillos Zavala
  • Maritoña Escalante Muza
  • Sofía RodríguezAmaro
  • Regina Arce García
  • Abigaíl Zapata Cobá
  • Valentina Sánchez Rodríguez
  • Andrea Rosado Domani
  • Romina Moguel Romero
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