La Oficina en México de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR) establecieron un Programa de Acompañamiento para el desarrollo sostenible en la ruta del Tren Maya con el propósito de incorporar en los objetivos del proyecto el enfoque del desarrollo sostenible inclusivo, así como el fortalecimiento y salvaguardia del patrimonio cultural y natural.
Dicho enfoque involucra la identificación de prácticas productivas tradicionales del medio rural con alto valor cultural y la identificación de productores. De acuerdo con los programas de manejo de las Reservas de la Biosfera de la UNESCO y del Sistema de Información Cultural, en la Península de Yucatán las actividades productivas rurales más frecuentes, con alto valor cultural y ambiental son: a) la milpa maya, b) la apicultura con abejas nativas, y c) las artesanías (textiles, fibras naturales, alfarería, labrado de piedra, labrado de madera, entre otras).
El sistema de milpa maya, una práctica tradicional emblemática
Las prácticas productivas tradicionales, intrínsecamente, tienen un valor social, cultural y ambiental ya que son reflejo de la identidad de las comunidades. Por ello, su preservación es de vital importancia al ser testimonio de la diversidad cultural, desempeñar un papel activo de los conocimientos tradicionales, así como manifestar las dinámicas de cambio social. Las prácticas productivas tradicionales tienen su lugar en el centro de la cultura y la creatividad como factor de desarrollo humano. Una práctica productiva tradicional emblemática de las comunidades rurales de la Península de Yucatán es el sistema de la Milpa Maya.
La milpa, kool en lengua maya, es el sistema de cultivo y aprovechamiento integral de los recursos bióticos y abióticos, basado en la roza-tumba-quema (R-T-Q) de la selva, que posibilita la producción de alimentos y otros satisfactores básicos, que además del cultivo de maíz asociado y el pach pakal, incluye los aprovechamientos forestales, la cacería, la apicultura, el solar, el ka´anche´, la meliponicultura, las prácticas ceremoniales (primicias, huajicol, cha chaac, hol-ché, loh-kax y jéetsméek, entre otras) y las prácticas productivas artesanales (bordado, urdido de hamacas, cestería y tallado en madera, entre otras) debido a que la mayor parte de estas últimas se realizan en el ámbito de la casa habitación y el solar de las familias milperas. El sistema milpa sustentó en gran medida el desarrollo de la cultura maya en el pasado y actualmente continúa practicándose como parte importante del sustento material e inmaterial de las comunidades mayas rurales peninsulares.
Los cultivos de la milpa maya
El sistema de Milpa Maya se integra por un conjunto de prácticas productivas tradicionales manejadas por la familia campesina. Dichas prácticas tienen como eje central el cultivo de maíz (Zea mays), con sus diversas variedades, asociado al frijol (Phaseolus spp.) y calabaza (Cucurbita spp.). En la misma parcela de milpa se incluyen hortalizas locales manejadas como cultivo múltiple, en un espacio denominado pach pakal. Entre estas hortalizas se pueden encontrar camotes (Ipomea batatas), yuca (Manihot esculenta), akin makal (Dioscorea bulbífera y D. alata), xcucut macal (Xanthosoma yucatanense), jícama (Pachirrhizus erosus), cacahuate (Arachis hipogea), xpelón (Vigna unguiculata) y lentejas (Cajanus cajan); así como otras especies, incluyendo chile (Capsicum annum L.), jitomate (Lycopersicum esculentum), melón (Cucurbita melo), sandía (Citrullus lanatus) y pepino (Cucumis sativa). También se cultivan plantas no comestibles como el lek y el chú (Lagenaria ciceraria) cuyos frutos secos se utilizan como contenedores para tortillas y para transportar agua, respectivamente.
La sostenibilidad de la milpa maya
El sistema milpa bajo R-T-Q depende del capital biológico depositado en la sucesión secundaria de la selva, la cual es manejada por los milperos con un enfoque que les permite aprovechar los recursos forestales incluyendo leña, carbón, productos maderables y minerales; así como, los recursos faunísticos locales alimenticios mediante la caza de mamíferos, aves y reptiles silvestres. Es de especial relevancia señalar que la práctica de R-T-Q favorece la regeneración de la selva con especies arbóreas, mediante los brotes que surgen de los meristemos que sobreviven a la quema en los tocones y las raíces. El proceso de sucesión secundaria bajo R-T-Q, también permite que las semillas de las especies anuales germinen al inicio de la temporada de lluvias, de manera que la diversidad biológica de la selva perturbada se reestablece a corto plazo y se mantiene de mediano a largo plazo.
De la sucesión secundaria, los milperos también obtienen diversas plantas medicinales y en algunos casos, en zonas de selva conservada, materias primas industriales como el palo de tinte (Haematoxylum campechainum), el cedro (Cedrela odorata), el tzalam (Lysiloma bahamense), el chechén (Metopium brownie), el jabín (Piscidia piscipula), el chacté viga (Caesalpinia platyloba), el chacté kok (Sickingia salvadorensis), el granadillo (Dalbergia melanoxylon) y el chicle (Manilkara zapota) entre otras; o especies melíferas como el tajonal (Viguiera dentata), el dzizilché (Gymnopodium floribundum) y diversas enredaderas y bejucos de las familias Sapindaceae y Convulvulaceae, que en algunos casos también tienen un uso artesanal.
La apicultura (Apis mellifera) ha sido un proceso productivo altamente rentable que aprovecha las floraciones de la vegetación secundaria. Desde milenios atrás, las comunidades mayas han aprovechado la selva y los ecosistemas terrestres tropicales de Mesoamérica mediante el sistema de milpa bajo R-T-Q, mismo que les ha permitido producir maíz, una gran variedad de productos alimenticios complementarios y otros satisfactores para el bienestar familiar y comunitario. Este sistema ha perdurado hasta el presente, fundamentalmente utilizando las mismas prácticas productivas prehispánicas. Si bien ha integrado prácticas nuevas, instrumentos de trabajo y cultivos, su capacidad de adaptación y manejo comunitario a largo plazo ha dado como resultado la permanencia de la selva en la región peninsular. Esta capacidad de resiliencia de la selva bajo R-T-Q en las comunidades milperas peninsulares, conduce a reflexionar acerca de la pertinencia del sistema de Milpa Maya como una alternativa de manejo sostenible de aprovechamiento ambiental integral de largo plazo. O inclusive la pertinencia de valorarlo como un modelo de desarrollo social que preserva la cultura, así como el respeto al ambiente y a la biodiversidad de la Península de Yucatán.
La Milpa Maya, Patrimonio Cultural
Al igual que con las otras formas del Patrimonio Cultural Inmaterial, el objetivo del Programa de Acompañamiento, a través de la identificación de las prácticas productivas tradicionales, es contribuir a lograr la salvaguardia para garantizar que los conocimientos y las prácticas tradicionales inherentes se transmitan a las generaciones venideras, de modo que estas se mantengan vivas, como medio de subsistencia en las comunidades rurales y como expresión de creatividad e identidad cultural. Será a través de la valorización cultural de las prácticas tradicionales, de la diferenciación de sus productos y de la búsqueda de estrategias para darles un valor agregado, que se podrá vislumbrar la salvaguardia del sistema milpa como patrimonio cultural.
Por otra parte, para que el proyecto del Tren Maya sea exitoso en mejorar el bienestar de los habitantes de la Península de Yucatán, reduciendo los niveles de pobreza y desigualdad, será indispensable conocer a fondo las condiciones y dinámicas ambientales, históricas y sociales de la población; en particular, las prácticas productivas tradicionales de las comunidades rurales que habitan en su recorrido, y las zonas circundantes, para que a partir de este conocimiento se definan estrategias, programas y proyectos de política pública y del sector privado que reconozcan el valor de las prácticas productivas tradicionales y sus productos. Entre estas prácticas tradicionales destaca la Milpa Maya, como un sistema que es cimiento productivo y brinda cohesión social y cultural a los habitantes de las comunidades rurales de la Península de Yucatán.
Fuente:
Tomás Augusto González Estrada
Consultor UNESCO