A Silvio Campos, de vida feliz si usted da el visto bueno a su comida
Por José Luis Preciado
Le conocí hace unos treinta años, eran juntos, él y su hermano Miguel, los encargados de satisfacer el paladar más exigente y tradicionalista del Yucatán de aquellos años ochenta: entonces gobernador Don Víctor Cervera Pacheco. Según la gente del campo, -el mejor estadista que ha tenido Yucatán-. Tenía una visión de largo plazo, sabía con exactitud qué le hacía falta al campo y qué requería la gente para poder producir, además sabía comer muy bien y también le gustaba beber buen whisky, Jack Daniels, y fumar Benson and Hedges. En esos tiempos se podía fumar en cualquier lado.
“Eran otros tiempos”, nos lo recuerda Silvio Campos Mex, nacido en Tixkokob y ciudadano del mundo. Gracias a su excelente cocina ha podido viajar por muchos países y hacerse de buenos premios al sazón, cochinita, lechón al horno y enterrado y su mayor orgullo: el pavo relleno negro, ese que vuela en su local del mercado de Tixkokob; los domingos es una romería.
¡Y vaya que eran otros tiempos! Había un personaje de leyenda al frente del Ejecutivo, un hombre de coraje y trabajo, ese que imponía respeto y sabía que una banda de estadista era una gran responsabilidad. Ese Cervera que puso en su lugar a los funcionarios federales que en un principio solo llegaban a tragar y beber, luego se iban sin hacer ningún anuncio importante, hasta que les puso freno y les “pidió de favor” que vinieran con obras y recursos bajo el brazo. A partir de allí cambió la historia de las giras: “Si ibas al Yucatán de Cervera, más te valía que llevaras buenas noticias”.
Silvio, nos llena los platos de comida, mientras no deja de sonreír. Fuimos testigos de ese paso. Pocos saben que en ese entonces, un servidor trabajaba allí adentro en las entrañas del poder, mi labor era muy modesta y aséptica, la de Silvio era condimentar y alegrar las barrigas de los que allí trabajábamos.
Es sin duda alguna, uno de los mejores cocineros de Yucatán. A él tampoco le gusta eso de chef de cocina yucateca, allí mismo en los puestos de los mercados hay tanto que aprender, sin el copete o la arrogancia de aquellos que fusionan pavos con cerdos y nos los embarran en míseras porciones en un plato lleno de adornos, no de comida.