México sigue adelante con su plan para dejar de importar maíz genéticamente modificado así como con la prohibición de uso de un herbicida, dijo a Reuters un funcionario de alto rango, redoblando una política que ha complacido a los defensores del medio ambiente pero alarmado a líderes de la industria.
México sigue adelante con su plan para dejar de importar maíz genéticamente modificado así como con la prohibición de uso de un herbicida, dijo a Reuters un funcionario de alto rango, redoblando una política que ha complacido a los defensores del medio ambiente pero alarmado a líderes de la industria.
El plan decretado a fines del 2020 persigue remplazar unas 16 millones de toneladas de maíz amarillo importado -principalmente de agricultores estadounidenses y casi todo modificado genéticamente-, con nueva producción local para 2024.
Las importaciones representan más de un tercio de la demanda nacional del país y principalmente alimenta a la gran industria ganadera de México.
Víctor Suárez, subsecretario de Agricultura y un arquitecto del programa, argumentó que el maíz transgénico y el herbicida glifosato son demasiado peligrosos y que se debe priorizar la producción local y las prácticas “agroecológicas” sostenibles.
El funcionario citó estudios que relacionan el glifosato con el cáncer y que dicen que daña a los polinizadores como las abejas. Además alegó que el maíz transgénico contamina las cepas nativas del grano de México.
Bayer AG, uno de los principales productores de glifosato, ha dicho que décadas de estudios han demostrado que la sustancia es segura para el uso humano.
Los partidarios de los cultivos transgénicos, incluido el maíz, argumentan que han aumentado drásticamente la productividad de los agricultores y que los estudios no han demostrado efectos nocivos en los seres humanos.
“Vamos a trabajar en esa dirección, y eso tiene que estar claro y nadie debe de pensar que pueden apostar a que ese decreto no se va a cumplir”, dijo Suárez, un agrónomo y aliado por largo tiempo del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Si el plan surte efecto, el fin de las importaciones de maíz genéticamente modificado sería un duro golpe en particular a los agricultores estadounidenses, que durante años han suplido a su principal mercado, el mexicano.
Suárez describió al maíz transgénico y al glifosato como “indeseables y no necesarios” para alcanzar la meta del Gobierno de hacer que México sea autosuficiente en alimentos.
Tenemos que poner por delante de la economía y de los negocios, los derechos a la vida, los derechos a la salud, los derechos a un medio ambiente sano”, dijo.
El también exlegislador administra el programa de pago directo en efectivo de López Obrador a unos 2.3 millones de pequeños agricultores con un presupuesto de 13,500 millones de pesos (unos 662 millones de dólares) este año.
Los críticos dicen que los objetivos de producción local del plan de autosuficiencia son tremendamente irreales y llevarían a precios más altos para el consumidor.
México es mayormente autosuficiente en maíz blanco pero los productores de carne han dependido durante años de los crecientes volúmenes de importaciones de maíz amarillo para engordar vacas, cerdos y pollos.
Cuando Suárez fue consultado acerca si el decreto del 31 de diciembre aplica tanto a los alimentos para animales como a los alimentos procesados que incluyen maíz transgénico, dijo que la ley cubre todos los alimentos que finalmente llegarán al consumo humano.
Si bien el funcionario no ve la necesidad de modificar el decreto, que reconoció será difícil de cumplir , dejó abierta la posibilidad de que a medida que se acerca la fecha límite de 2024, el Gobierno pudiera mostrar cierta flexibilidad.
“Suponiendo que no llegamos a la meta de sustituir 16 millones, y que solamente llegamos a la meta de sustituir 10 millones, bueno, esto lo evaluaremos en el camino y eventualmente en el proceso podremos reconocer ese hecho y tomar el ajuste necesario”, dijo.
Suárez afirmó que en los últimos dos años la producción nacional de maíz creció alrededor del 7%, ya que el Gobierno busca impulsar la productividad de los agricultores. Sin embargo, la producción local tendría que aumentar casi un 60% para compensar los actuales volúmenes de importación. También citó la investigación en curso sobre alternativas al glifosato, pero no mencionó productos específicos.
.-Con información de REUTERS.