La agrobiodiversidad, es decir, la variedad de cultivos, semillas y especies agrícolas que sustentan la alimentación y la economía rural de México, está en peligro. Especialistas y organizaciones ambientales han alertado sobre la alarmante reducción de especies vegetales y animales en los campos mexicanos, un fenómeno impulsado por el cambio climático, el uso excesivo de agroquímicos y la expansión de cultivos comerciales de gran escala.
Una crisis silenciosa en los campos mexicanos
México es uno de los países con mayor diversidad biológica del mundo y cuna de cultivos fundamentales como el maíz, el frijol y el chile. Sin embargo, la presión de los monocultivos industriales y la introducción de semillas genéticamente modificadas han desplazado variedades tradicionales que durante siglos han sido cultivadas por comunidades indígenas y campesinas.
Según datos de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), en las últimas décadas se ha reducido drásticamente la cantidad de variedades nativas de maíz en varias regiones del país. Esto no solo afecta la producción agrícola, sino también la seguridad alimentaria, ya que la pérdida de especies reduce la capacidad de los cultivos para resistir plagas, enfermedades y condiciones climáticas extremas.
«La biodiversidad agrícola es nuestra mejor defensa contra los efectos del cambio climático», explica la doctora Patricia Ávila, especialista en agroecología. «Cada variedad de planta tiene características únicas que la hacen más resistente a sequías, suelos pobres o lluvias excesivas. Al perder esta diversidad, nos volvemos más vulnerables».
El impacto del cambio climático y los agroquímicos
El cambio climático es otro de los factores que aceleran la pérdida de la agrobiodiversidad. Las sequías prolongadas, los huracanes más intensos y las alteraciones en los ciclos de lluvia han obligado a muchos agricultores a abandonar sus prácticas tradicionales y optar por semillas comerciales que prometen mayor rendimiento, pero que dependen de fertilizantes y pesticidas para sobrevivir.
El uso indiscriminado de agroquímicos ha tenido un efecto devastador en los suelos y en la fauna polinizadora. Las abejas, fundamentales para la polinización de cultivos como el aguacate, el café y muchas frutas, han visto reducir sus poblaciones debido al uso de pesticidas. Según el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), la pérdida de polinizadores podría afectar hasta el 75% de los cultivos de alimentos en el país.
«Cada vez es más difícil cultivar sin depender de insumos químicos», comenta Juan Hernández, campesino de Oaxaca. «Antes, nuestras semillas resistían las plagas de forma natural, pero ahora si no usamos fertilizantes, la cosecha no prospera».
El papel de los agricultores y las comunidades indígenas
Pese a este panorama, hay esfuerzos por parte de comunidades indígenas y organizaciones de la sociedad civil para preservar la agrobiodiversidad. Iniciativas de rescate de semillas nativas han cobrado relevancia en estados como Oaxaca, Chiapas y Michoacán, donde agricultores trabajan en la conservación de variedades de maíz, frijol y amaranto adaptadas a las condiciones locales.
«La mejor forma de enfrentar la crisis es apostando por la agroecología y el conocimiento tradicional de los campesinos», señala el ingeniero Luis Ramos, de la Red Mexicana de Semillas Nativas. «Tenemos que dejar de depender de un puñado de cultivos industriales y regresar a la diversidad de nuestra tierra».
Las autoridades han reconocido la importancia del problema, pero los apoyos gubernamentales para promover prácticas sostenibles siguen siendo limitados. Expertos sugieren que México necesita políticas más sólidas para proteger la biodiversidad agrícola, incluyendo incentivos para los agricultores que cultivan semillas criollas y regulaciones más estrictas sobre el uso de agroquímicos.
¿Qué sigue para el campo mexicano?
La crisis de la agrobiodiversidad en México es un problema que requiere atención urgente. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha advertido que la pérdida de biodiversidad agrícola podría comprometer la seguridad alimentaria global en las próximas décadas.
Mientras tanto, expertos y organizaciones continúan trabajando para concientizar sobre la importancia de preservar la riqueza agrícola del país. Sin embargo, la solución a largo plazo dependerá de un esfuerzo conjunto entre el gobierno, los agricultores y la sociedad en general para rescatar y proteger la diversidad de cultivos que han sustentado a México durante siglos.