Por José Luis Preciado
Al gobierno de López Obrador se le hace fácil romperlo todo y reconstruirlo de nuevo, sin mayores responsabilidades. En fechas recientes la emprendió contra el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA); aseguró que su director Francisco Javier Trujillo Arriaga, lleva más de treinta años en el cargo, y en ese tiempo se han convertido en partidarios del libre mercado, nada más: “en los bueyes del compadre”.
El obstáculo para traer carne de Argentina por cuestión de sanidad, dijo el presidente, se usa como pretexto del SENASICA y se revisa esa política que existe desde hace 40 años. Él pide que se abran las importaciones, que la sanidad no se use como pretexto para mantener aranceles e impedir la importación. Así, el pollo, pavo, carne de res y demás deben llegar a los consumidores a mejores precios. Para este gobierno, SENASICA y Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios) son piedras en el camino y hay que moverlas.
Otra vez la embestida contra las instituciones y no en contra de aquellos que las ocupan
–Esa silla, mi general Zapata, envilece a quien la ocupa.
Zapata responde a Villa:
–La silla no es mala, malo es el que la ocupa.
A México le ha costado mucho trabajo y recursos, erradicar varias enfermedades de bovinos y aves, y gracias a este protocolo de sanidad, Yucatán puede exportar a grandes mercados del mundo; en Tabasco se descuidó este aspecto y aunque el ganado sea de buena calidad, no tienen controles de seguridad, calidad y confianza. Además, abrir la puerta sin revisar estándares hace que el país empiece a recibir comida basura que nadie más se come en el mundo. Hay un grave error en satanizar a la producción local que hace grandes esfuerzos por mantener la producción.
Existe un listado de 158 enfermedades que las autoridades sanitarias de cada estado deben reportar de forma inmediata al Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, para que aplique protocolos y medidas que controlen brotes y eviten la dispersión.
La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), reporta que existen 69 enfermedades y plagas exóticas, de las cuales 21 afectan a varias especies: cinco de bovinos, tres de ovinos y caprinos, cuatro de equinos, siete de porcinos, dieciséis de aves, cuatro de abejas, dos de peces y cuatro de crustáceos. Imagine estas plagas apocalípticas trasladadas al ser humano, vía la ingesta…
Hay un silencio cómplice de productores que prefieren no opinar, no alertar sobre los graves riesgos de importar alimentos provenientes de países no certificados. Ahí están el huevo de China, el pescado basa, una plaga que llega de Vietnam; frijoles con gorgojos de Venezuela, o el maíz que ni los puercos se comen en la India. En otros tiempos, campesinos a caballo y en tractores, productores y hasta consumidores, habrían dado el grito en el cielo. Hoy la pasividad es la moneda de cambio.