Por Jorge Alanis Zamorano
Los viejos sabios del campo yucateco se mantienen firmes al pie del cañón, produciendo y luchando por la soberanía alimentaria de nuestro estado. Ejemplo de esto es Don Fausto Castillo Uc, de 67 años, quien tiene su unidad de riego un kilómetro al norte de Xbox, comisaría de Chacsinkín.
Heredero de la actividad rural por parte de su padre, quien era apicultor, se enfrenta ahora al incremento de los insumos y las problemáticas que conlleva legar sus conocimientos, pues sus hijos, aunque tienen las bases, han preferido emigrar a otras partes en búsqueda de, quizás, mejores oportunidades.
Sin embargo, Don Fausto se aferra con gallardía al suelo que, literal y económicamente, tantos frutos le ha dado por más de cuarenta años.
Estamos sembrando pura hortaliza y cítricos, limones, mandarinas, también mangos, y además de los frijoles, elote, pepino, sandía, chiles dulce, xkatik y habanero, ¡todo el año estamos cultivando!, nos cuenta.
Recientemente la Secretaría de Desarrollo Rural (Seder) nos brindó unas plántulas de plátano –agrega-, vamos a trabajar con ellas, a ver cómo se comporta con la plaga, porque eso a veces es algo inevitable, y gradualmente iremos ampliando la producción para la gente de aquí y del otro pueblo. También hemos recibido frijol y semillas para chile habanero.
Don Fausto comercializa sus productos principalmente en la central de abastos de Oxkutzcab; en ocasiones también vende en Mérida aunque, por la distancia, usualmente es para hacer ventas por toneladas.
Él platica que esto es un trabajo de constancia debido a la volatilidad que hay en la oferta y la demanda del campo: A veces vendemos bien y otras no, hay ocasiones que el precio está alto y otras que está muy barato, pasa con todo: el limón, la calabaza, el pepino, por eso tratamos de producir todo el año con muchas variedades.
Asimismo, afirma que la constancia le ayuda a tener resultados, pues a pesar de la inversión que hace en insumos y mano de obra, logra ver triunfos bastante palpables a través de las ganancias de sus ventas. Gracias a ello, Don Fausto emplea a cuatro personas de su comunidad, quienes trabajan cuatro horas en las mañanas y cuatro horas en las tardes, siendo así un gran sustento para sus familias.
En cuanto al tema de los insumos, Don Fausto comenta que se ha vuelto un problema, especialmente por los plaguicidas ya que los productos van desde los 300 pesos hasta superar los 2 mil pesos, dependiendo de la peste en cuestión: gusanos, mosquitas blancas, ácaros, trips, arañas, etcétera.
Por otra parte, nuestro entrevistado relata que aunque a sus hijos les gusta la actividad rural, tienen sentimientos encontrados a la hora de ver la realidad, por lo que han emigrado a ciudades como Cancún y Mérida: Mis hijos más o menos saben cómo tratar esto, conocen sobre combatir la plaga, fertilizar, y en general casi todo, pero veo que se desaniman mucho cuando las ventas son escasas, pero confío en que podrían agarrarle gusto.
A los jóvenes les llama muy poco la atención trabajar en los cultivos –continúa-, sin embargo, también hay muchas personas que ahí están, trabajando, y se van haciendo planteles más grandes en tiempos de mucho trabajo.
Por ello, Don Fausto abre la invitación para que los jóvenes se acerquen a trabajar en las hortalizas, aclarando que es un asunto de paciencia y de mucha perseverancia, de entender que siempre habrán periodos altos y bajos en las ganancias, pero que con el pasar del tiempo se vuelve altamente rentable: Hoy por hoy, por ejemplo, si yo invierto 10 mil pesos, al final sé que voy a sacar como 40 ó 50 mil.