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¿Qué sería de agosto sin San Sebastián y su fiesta tradicional?

Por Ana Laura Preciado

Uno cree que agosto es el mes más lento, largo y tedioso, con la espera de la quincena y la cuenta regresiva para el regreso a clases cuando, de repente, en el centro de Mérida las cosas cobran más color.

Agosto es un mes para agradecer. Los antiguos barrios del centro, como San Sebastián, San Cristóbal y La Mejorada, inician sus fiestas para honrar a sus santos patronos. Durante este mes, las arterias principales de dichos barrios se llenan de estandartes y numerosas misas se efectúan. 

En agosto, el centro suena a campanas y voladores; quienes lo habitan o transitan no me dejarán mentir (justo en el momento en que redacto este texto, ya sonaron varios voladores). Y actualmente, San Sebastián, el barrio bravo, es el que más ruido sabe hacer: orgulloso celebra anualmente sus más de 100 años de devoción a la Virgen de la Asunción. 

Por si no te sabías esta historia, “Bravo” es un sobrenombre que este barrio se ganó a pulso hace muchos años atrás, en la Mérida diminuta donde todos se conocían. En aquella época era bien sabido que la gente de San Sebastián sabía defenderse a puño limpio e incluso a patadas, y así surgió otro alias: “Los pateadores de San Sebastián”. No por nada, San Sebastián fue hogar de boxeadores, tal como el famoso Freddy “Chato” Castillo, campeón mundial de minimosca.

La fiesta tradicional de San Sebastián reúne a 12 gremios, vecinos, locales y visitantes, congregándose por 14 días seguidos de festividades, rituales religiosos, celebraciones tradicionales, comilonas y numerosos toritos con pirotecnia.

Desde el 3 hasta el 16 de agosto, la fiesta tradicional de San Sebastián aviva el barrio con rezos, música y el sonido de los voladores, organizados por los gremios: La Visitación, María Reina, Campesino, Juventud Católica, Santo Patrón, La Esperanza Católica, Sindicato de Matarifes, La Coronación, Tránsito de María Santísima a los Cielos, Obrero, La Asunción y Mons. Fernando Ruíz Solórzano.

Aunque el verdadero día de fiesta es el 15 de agosto, la cantidad de gremios ha ido en aumento, extendiendo los días de celebración; cada uno organiza su procesión hacia la Parroquia. De igual manera, las cortinas, las flores y los ropajes de la Virgen son preparados cuidadosamente. 

Por la noche, el parque y sus terrenos de juego se llenan música en vivo, jarana y los tradicionales toritos de pirotecnia, confeccionados y preparados para ser esquivados durante la noche.

Debo mencionar que la cantidad de toritos varía dependiendo del gremio organizador. Aunque este es un tema que divide opiniones, cada agrupación decide cuántos incluir, ya sea para mantener el nivel adecuado de sonido o la tradición. El gremio en cuestión elige qué respetar… y eso se respeta.

Durante casi dos semanas, las personas pueden acercarse al festejo de las agrupaciones, cada uno con su sello particular. Por ejemplo, el colorido gremio de mestizos La Esperanza Católica, que solía estar encabezado por el magnífico Jacarandoso, resalta siempre ataviado con ternos, alpargatas y estandartes de tonos vibrantes.

Dentro de la Parroquia, el gremio El Tránsito de María Santísima a los Cielos celebra sus 100 años de fundación con una exposición de vestimentas y estandartes. Por otro lado, decenas de caballos trotan a ritmo pausado llevando a los miembros del gremio de los Matarifes, famosos por sus toritos pirotécnicos casi “indomables”.

La fiesta sigue y se esparce hasta colonias aledañas al centro con vaquerías, alboradas, cabezas de cochino, bailongos y hasta un torneo de caballitos de cartón. El programa de actividades es muy largo y tan diverso en su horario que siempre hay un espacio para unirse a las fiestas.

Sin lugar a dudas, sin San Sebastián y su fiesta tradicional, ¿qué sería de agosto?

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