Por Juan Manuel Vergara Muñoz
A propósito de dos antecedentes históricos relacionados con Yucatán, consideraría importante rescatar algunos aspectos del desarrollo rural costero previo a la consumación de estos eventos: por un lado, que el oriente de la península (desde Cabo Catoche hasta Bacalar) tuviera a Mérida como centro administrativo desde la época colonial hasta la primera mitad del siglo XX; por el otro, la fundación de Quintana Roo como entidad, con el consecuente establecimiento de Cancún.
Pese a que la mayoría de las actividades económicas actuales de Cancún se ubican dentro de lo propio a un entorno urbano, en los siglos previos a 1970 fue una región predominantemente rural, con una población escasa que no superaba los mil habitantes pero que nutría su economía con diversas actividades que la conectaron con lugares como Honduras, Cuba y hasta Inglaterra.
Desde 1589, el desarrollo rural costero de Cancún tenía como principal antecedente el establecimiento de las vigías cuya composición consistía en la colocación de torres ubicadas a lo largo de la costa oriente de la península de Yucatán para defender a los pueblos de las incursiones de corsarios y piratas ingleses quienes, pese a ello, consolidaron su presencia en Belice a partir de 1783, basando su estrategia en el ingreso a zonas poco pobladas y estableciendo lazos comerciales con las comunidades costeras a través del contrabando.
Estos actores, considerados por las autoridades coloniales como enemigos, promovían el comercio con los indígenas de la costa por medio de la fuerza atacando a los barcos españoles u ocupando zonas que eventualmente recibían a los pescadores para obtener de allí productos como la tortuga, el mero y otras variedades de peces para el consumo de la comunidad o para su venta en las villas o ciudades (Valladolid era una).
En esta dinámica, los ranchos de pesquería eran importantes tanto para obtener recursos del mar como para establecer una conexión con el resto del mundo. Dichos elementos aportaban no sólo productos locales a la población costera, que era reducida, sino que permitían la conexión entre Cancún y sus alrededores con el resto del Mar Caribe y del mundo.
Un rancho de pesquería era una porción de espacio marino cerca de la playa o en ocasiones en islas o islotes, en los que los indígenas se reunían eventualmente a pescar o a obtener sal. Las autoridades coloniales permitían estos establecimientos a cambio de la recepción de un impuesto y el control de algunos productos en los que sólo ellas podían fijar precio y distribuir en las ciudades, villas y pueblos; no obstante, debido a la falta de productos necesarios en las costas, como alimentos, telas y monedas, quienes estaban en los ranchos de pesquería buscaban obtenerlos a través del intercambio comercial con los marineros extranjeros que en diversas ocasiones eran piratas o exploradores que iban rumbo a Belice.
Buena parte de los productos que salían de los ranchos de pesquería llegaban por el norte hasta Jamaica y por el sur hasta Honduras, integrando así una red comercial que más tarde formaría parte de una de las historias más importantes del mundo hasta nuestros días: la del Océano Atlántico.
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