Facebook
Twitter

Rótulos, sabores e historias que atrapan

Por Ana Laura Preciado

Has estado en la comunidad de Ruinas de Aké todo el día… seguramente cansado y asoleado. Pasaste toda la mañana y parte de la tarde admirando vestigios arqueológicos y conociendo la antigua hacienda henequenera erigida a principios del 1800; su interior resguarda viejos y no tan viejos restos de máquinas raspadoras de henequén, enfundadas en paredes de antaño con elegantes rastros arquitectónicos y la notable evidencia del paso de tiempo.

En general, aprovechaste el viaje para pasear por el atractivo escenario rural de la diminuta comunidad con aquel curioso nombre y el cual, por si las dudas, corroboras dos veces con la gente para confirmar que efectivamente se llama “Ruinas de Aké”, y no solamente “Aké”, como pensabas.

Tienes hambre y sed, pero apenas y conoces un puñado de los sitios más populares y turísticos de la población, así que simplemente no sabes dónde descansar y comer algo. Tu desesperanza no acrecienta, pues sobre la calle principal hay una pequeña fonda con comida regional que se encuentra esperándote con ansias.

El señor Leónidas Balam y su esposa, doña Guadalupe Espinosa, están sentados bajo la sombra de una lámina que guarece al local llamado “La Reinita”, el cual se divisa desde lo lejos gracias a sus nítidos visuales, de esos rótulos que son tan característicos en los muros de Yucatán y de México, y que siguen un estilo muy “de la vieja escuela”.

Desde sus posiciones, la pareja te hace señas para que te acerques y le des una oportunidad a su amplia variedad de guisos y antojitos preparados con mucho cariño y ese toque tan especial que solamente puedes encontrar en el interior del estado.

A los pies de doña Guadalupe observas a dos gatos acurrucados y a un adorable cachorrito llamado Kimba que te da la bienvenida con su alegre colita; desde ese momento sabes que el día es simplemente maravilloso.

Te aproximas a la mesa y observas maravillado muchos trastos repletos de kibis, empanadas, cebolla curtida, salsas multicolores y a la par, percibes la gran cantidad de aromas que provienen de la cocina en donde yacen calientes ollas con relleno negro, sopa de lima, mondongo kabik, entre otros guisos típicos.

El platillo viene acompañado de una amena charla encabezada por doña Lupita y don Leónidas, quienes complacidos te cuentan acerca de la historia del recinto que inició hace 50 años como una tienda de conveniencia y evolucionó a la cocina económica que encuentras hoy, con su vasto menú conformado con recetas propias.

Detrás de la cocina económica y la tiendita está la casa. Sus amplios espacios con artísticas entradas de luz natural están cubiertos con invaluables objetos de culto popular, los antiguamente infaltables retratos de caritas, las útiles hamacas y otras memorias de la familia que se han ido acumulando con el paso del tiempo.

La plática continúa fluyendo entre risas y una buena comida, mientras los recuerdos afloran al escuchar relatos del pasado construidos a lo largo de 53 años de matrimonio: historias chuscas, alegres y hasta una que otra paranormal.

Cuando la tarde cae te das cuenta que el tiempo voló; ya es hora de regresar a casa, por lo que te despides de tus amables anfitriones que se encuentran muy felices por tu visita.

Mientras te alejas de la comunidad, sabes que ha sido un viaje fructífero; con el estómago lleno y muchas fotografías para recordar aquel día por Ruinas de Aké, te haces la promesa de regresar pronto, porque todavía te quedan muchos guisos de “La Reinita” por probar y más anécdotas por escuchar.

Facebook
Twitter

Deja un comentario

Diseño web por